miércoles, 1 de junio de 2016

Un domingo sangriento

—¿Qué le parece mi obra, señora Bourgeois?
—Superficial.
—Vaya, es verdad que es usted despiadada juzgando el arte.
—Así es, jovencita.
—¿Qué podría hacer para mejorar?
—Dígale a su novio que se busque una amante. A ser posible, que sea alguien a quien usted tenga cariño.
—No entiendo por qué eso iba a mejorar mi arte.
—Ah, qué ingenua es usted, por eso fracasa como artista. Mire, yo soy quien soy sólo porque mi padre engañaba a mi madre con la niñera cuando yo era pequeña. Esa decepción fundacional ha dirigido mi vida en el arte. Hágame caso, señorita, y llévese una buena decepción.

Publicado en el número 38 de Obituario.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Bueno, es un método. Pero espero que no sea el único, pobres niñeras.