En el otoño de su vida, el afamado escritor descubrió que los recuerdos eran una novela y el alzhéimer un editor severo que recortaba pasajes sin parar.
Tenía editor, y tenía novela, pero el escritor no aparecía por ninguna parte. Lamentablemente, todos los recuerdos se le aparecían como una maraña imposible de ordenar, o de enhebrarla con un cierto sentido, y encima el editor (que no tenía ni puta idea de Literatura) se los borraba sin piedad.
3 comentarios:
maravilloso
Tenía editor, y tenía novela, pero el escritor no aparecía por ninguna parte. Lamentablemente, todos los recuerdos se le aparecían como una maraña imposible de ordenar, o de enhebrarla con un cierto sentido, y encima el editor (que no tenía ni puta idea de Literatura) se los borraba sin piedad.
Eso sí que es ser otro. Otro nadie. Qué miedo.
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