Mi mejor amigo y yo también pasábamos jornadas interminables en el coche, filosofando sobre la psicoesfera y demás mientras investigábamos los crímenes de las mujeres contra nosotros, que no nos hacían nada de caso. Siempre había alguna guapa sospechosa a la que seguir. Siempre había algún caso irresoluble. Siempre había alcohol. Al final, descubríamos que todas las pruebas iban contra nosotros y teníamos que enmendarlo de alguna manera en un papeleo literario que, por suerte, acababa olvidado en algún cajón.
1 comentario:
¿QUé ha sido de él, a todo esto?
Publicar un comentario