martes, 28 de mayo de 2013

Con receta mágica

«Con receta mágica», decía en el medicamento que había comprado mi mujer, que parecía un simple jarabe para la tos. La interrogué acerca de esto y se encogió de hombros, algo que siempre me ha resultado muy erótico, pero no me dejé llevar por la lujuria y le pregunté de nuevo. Me contestó que se lo había recetado una bruja nueva del barrio, una muy recomendada y que garantizaba un ciento diez por ciento de éxitos. Yo repuse que eso era una exageración, que es imposible superar el cien por ciento, pero ella contestó que ese diez por ciento adicional consistía en veces que triunfa sin haber intentado nada. Meneé la cabeza para aclarar mis ideas, aunque esto siempre me ha parecido que no funciona, pues acabo medio mareado, y le pregunté que para qué era el jarabe. «Para el corazón», me dijo suspirando, algo que también encuentro muy erótico. «Ve al cardiólogo entonces», musité mientras me encorvaba para disimular la erección. «Es que no es eso», dijo, «es que ya no te quiero; tengo desamor, una enfermedad incurable para la ciencia, pero que quizá la magia pueda solucionar».

1 comentario:

Microalgo dijo...

Pues vaya perífrasis (y gasto) para decir lo de siempre.