sábado, 20 de abril de 2013

El malentendido como nueva lengua

El hombre moderno es un hombre con prisa, prisa en llegar a un lugar que no conoce, pero que sabe cuándo será: mañana. Hay que darse prisa en llegar a mañana; sobre todo, hay que impedir que lleguen otros antes que nosotros. Es un hombre, por tanto, sin tiempo para descansar. No hay pausa, hay que seguir en esta carrera sempiterna contra la inmovilidad. Con tanta prisa, sin embargo, es muy común que se cometan errores y malentendidos, pues no hay tiempo para explicaciones adecuadas. Es por esto que una profesión en auge hoy en día es la de traductor de malentendidos. Este cuerpo de funcionarios se encarga de quedarse rezagado para enmendar los desmanes cometidos por el hombre moderno en su prisa, explicando al detalle lo sucedido por el bien de la concordia social. Hay quien critica a los traductores de malentendidos acusándoles de típicos funcionarios vagos que se empeñan en no seguir el ritmo de los tiempos y retrasarnos puesto que, al fin y al cabo, dicen, no necesitaremos que nadie nos explique nada en el futuro, mañana, cuando finalmente lleguemos.

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