lunes, 29 de abril de 2013

Así tenía que haber sido Rocky Balboa

Rocky Balboa malvive a sus sesenta años con una pensión mínima del estado, pues invirtió todo su dinero en negocios ruinosos. Por si esto no fuera bastante desgracia, todos esos golpes en la cabeza le han pasado factura. Así, vive en la creencia de que él personalmente acabó con el comunismo. Yo mismo tiré el Muro de Berlín a puñetazos, le dice a su avergonzado hijo, que no quiere saber nada de él. A veces va al cementerio y habla con la lápida de Adrian, su difunta esposa, aunque él cree que sigue viva y simplemente trabaja allí. Todo esto influye para que le parezca buena idea enfrentarse al joven campeón mundial de los pesos pesados, pero le deniegan la licencia de boxeo debido a su avanzada edad y estado mental. Sin embargo, Rocky no se rinde y lanza un poderoso alegato en el que asegura que Ivan Drago iba para presidente del Sóviet Supremo y él le paró los pies. Esto no cambia el dictamen de la comisión de boxeo, pero sí lo consigue la intervención de un representante de la Asociación Nacional del Rifle, que se queja: «Si no nos dejan boxear con sesenta años, lo próximo será prohibirnos los fusiles de asalto». Rocky se prepara concienzudamente para el combate. Se siente joven, podría pasar por un hombre de cincuenta y cinco. Por fin, el gran combate se celebra. La expectación es máxima y los nostálgicos aclaman al campeón de los años ochenta, aquella época de inocencia. Suena la campana, Mason 'the line' Dixon avanza y asesta un puñetazo tremendo al viejo boxeador, que, como es natural, cae al suelo, muerto. Pero no importa, ahora boxeará con Jesús, afirma un famoso predicador en su programa de televisión.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Qué grandioso guionista se está desperdiciando por la blogsfera, a nuestro favor (eso sí) pero en detrimento de su propio bolsillo. Que esto está por acá pululando y se lo puede copiar cualquiera, hombre de Dios.