lunes, 22 de abril de 2013

Al final, él apagó la tele

—¿Otra vez estás viendo viejas jugadas de Michael Jordan? No sé qué tiene de interesante ver a un montón de tipos corriendo de un lado para otro y dando saltos para meter un balón por un aro.
—No lo entiendes. Mira qué agilidad, qué movimientos tan gráciles. Es como ver ballet. Y la lucha, la lucha sin cuartel. Es un guerrero, un guerrero bailarín.
—Eso es un poco gay.
—¿Qué?
—Bailarines, hombres que pelean, el sudor... Qué quieres que te diga, a mí me parece bastante homoerótico todo.
—Nada de eso. Es una cuestión de habilidad, de maestría en una disciplina deportiva.
—Es una cuestión de aplaudir al macho alfa que impone su dominio a la manada, claro que sí. No sé, entendería que te gustase volver a ver tus hazañas de vez en cuando, ¿pero las de otro hombre? Pensaba que tenías más autoestima.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Y al final él apagó la tele. DE ESO NADA, que Jordan es para verlo a cámara lenta. TODO el partido a cámara lenta. Seis horas de partido, si hace falta.

Coño ya. Y luego querrán que entendamos que el color melón no combina con el ocre-palo, o que no confundamos el cardamomo con la bergamota, y le darán a eso una importancia del carajo.

No entienden nada de genética.

Y por cierto, ese comentario de ella venía a que a) en otra cadena estaban discutiendo Belenchu Sainz de la Picha y Potxolo Ruidrejo-Fernández-del-Campano (o quien mierda sea) y quería verlo; b) que se había encontrado con Mariví Bermúdez por la calle y la muy zorra no le había dicho ni hola: ¿Por qué será? ¿Tú tienes idea? ¿Te parece bonito? o c) tenemos que hablar de lo nuestro.

Definitivamente: ese Jordan-oé.