viernes, 8 de junio de 2012

Pequeños momentos de la literatura secreta

Soy un escritor sin obra, pues la voy regalando a los desconocidos con los que me cruzo por la calle. Esto lo hago sin que se den cuenta, metiéndoles los textos disimuladamente en los bolsillos de la chaqueta, en las bolsas de la compra, etcétera. Estos lectores por accidente participan así en un juego literario en el que la identidad del autor desaparece por completo y es sustituida por una leve sensación de paranoia que resulta de lo más práctica a la hora de contratar un seguro.

3 comentarios:

Lola Valero dijo...

Oye, pues acabas de crear un entramado mafioso a modo de negocio de extorsión cuando menos barajable, jaja! Me gusta la idea, la otra, la de ir regalando trocitos de tu obra con la sutileza de un ladrón de guante blanco. Un saludo!

Microalgo dijo...

Lo suyo es que participe Usted en la empresa de seguros. Es la táctica de los políticos hoy en día: crean un problema y luego te venden la solución...

Imilce dijo...

jajajaja si vendes seguros, es una buena idea.