domingo, 24 de junio de 2012

La otredad

Es una tarde aburrida más y el señor Finisterre decide marcar su propio número en el teléfono móvil. A ver qué pasa, piensa, igual me cargo el móvil... o el universo. Da tono, lo que le resulta curioso, pero antes de que pueda plantearse esto, contestan al otro lado. Dígame, dice la voz, aunque no sea un mensaje muy original. ¿Quién es?, pregunta el señor Finisterre. Soy el señor Finisterre, contesta la voz. El señor Finisterre piensa que eso no puede ser, que esa voz no es la suya, pero esto es algo que siempre decimos cuando nos escuchamos. Comprende por fin que ha llamado a su yo de otra realidad, su yo de un universo paralelo. Se pregunta si le irán mejor las cosas allí, si será más sabio, si será más feliz. Pero cómo explicarle todo este extraño fenómeno sin parecer un loco. Cómo decirle que son la misma persona en realidades distintas, cómo pedirle consejos para mejorar su vida, cómo tener una relación de amistad consigo mismo.

6 comentarios:

Lola Valero dijo...

Podemos ser nuestro mejor aliado o el peor de nuestros enemigos. Lo malo es que no solemos pararnos a decidirlo.
Voy a llamarme, por curiosidad, a ver qué tal me trato.

Saludos!

Marc Verlén dijo...

Aunque es posible que te conteste: por favor, deje de molestar.

Adéu.

Anónimo dijo...

Muy bueno, de lo mejor que he leído por aquí desde que lo sigo, hace unos meses.

SMI dijo...

Quizás si el otro señor Finisterre viera que el número que le llama es el suyo propio sería más fácil que entrara en razón y pudieran charlar largo y tendido sobre sus respectivas vidas paralelas. O a lo mejor estamparía el teléfono contra la pared, del susto. Quién sabe.

Microalgo dijo...

A veces intento que el extrañamiento no me produzca estreñimiento. La mayoría de las veces lo consigo. Ahora, por ejemplo. Otra, no.

Microalgo dijo...

Me falta una ese. "Otras", no.

Coñe.