miércoles, 30 de mayo de 2012

Negocios

—Buenas. Vengo a ofrecerle un gran negocio: hacer publicidad de su empresa en mis novelas a cambio una cantidad razonable de dinero.
—¿Y usted quién es?
—Nadie, pero esto es sólo temporal. Tengo pensado convertirme en un escritor de éxito, objetivo que será más asequible con su apoyo económico.
—No nos interesa, gracias.
—No, espere, todavía no he terminado. Yo las novelas las voy a escribir con su apoyo o sin él. Igualmente, pienso convertirme en un escritor de éxito con su apoyo o sin él, aunque admito que me costará más sin ayuda. Pero su empresa va a aparecer en mis novelas en cualquiera de los casos. Eso sí: si no me apoya económicamente, su empresa aparecerá de forma muy negativa en mis escritos. Piense en el daño que esto haría a las ventas.
—Creo que es un riesgo que podemos correr, no tiene usted aspecto de escritor de éxito.
—Claro, porque ahora no lo soy. Pero tendrá que admitir que no me falta iniciativa. O ambición. Y añado que tampoco me falta espíritu vengativo. Usted verá. Piense que una obra maestra es para siempre.
—Bueno, bueno, tranquilícese, no haga ninguna tontería, ¿vale? Déjeme hablar con los de marketing.

sábado, 26 de mayo de 2012

Todo esto es importante

Estoy leyendo Todo esto es importante —me dice en la cola del paro—, de Ras el Hanout, un místico sufí actual. Habla de indignarse, de indignarse incluso por los pequeños reveses cotidianos, pero en secreto. La revolución íntima y callada, dice. En mi interior, ya he acabado con el Gobierno muchas veces. Lo que pasa es que disimulo en aras de la concordia social.

jueves, 24 de mayo de 2012

Errar

Escribir es adentrarse en lo desconocido. Sí, claro, tengo la idea, que es un farol, un farol con el que intento alumbrar el camino a través del bosque. Un farol también en la otra acepción de la palabra: un truco, una bravuconada, un intento de hacer creer que sé lo que hago, que lo tengo todo controlado, que sé adónde me dirijo.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Medidas de presión

«Publíqueme, sé dónde vive», decía la nota en el manuscrito que recibió el editor.

martes, 22 de mayo de 2012

La ofensa

Sonó el teléfono. Era la voz de un extraño, que dijo: «usted me ha ofendido». Colgó. Yo seguí haciendo mis tareas (preparaba una disertación sobre el somormujo común para la asociación ecologista de Pinares de Entretiempo) sin prestar mucha atención al suceso. Volvió a sonar el teléfono. Era la misma voz de antes, que repitió: «usted me ha ofendido». Antes de que pudiera contestar, había colgado de nuevo. Qué gente más rara hay por el mundo, pensé. Sonó otra vez el teléfono. «Usted me ha ofendido», repitió la voz. «¿Cómo lo he ofendido, si ni siquiera lo conozco?», me dio tiempo a preguntar esta vez. «Muy sencillo», contestó la voz: «ignorándome».

lunes, 21 de mayo de 2012

El ardor guerrero

Se declaró la guerra y en una oficina de reclutamiento se presentó una mujer para alistarse. El ejército no acepta mujeres, arguyó el oficial al mando. Pero es que estoy embarazada, contestó ella: llevo dentro de mí un soldado que quiere servir al país. Este gesto tan profundamente estúpido fue pronto de dominio público y enardeció a los hombres, que corrieron a alistarse para morir en el frente y dar buen ejemplo a la juventud que todavía no existía.

domingo, 20 de mayo de 2012

El impostor

—Es raro haber ganado MálagaCrea —le digo a Herralde en una céntrica calle de mi imaginación.
—¿Qué? ¿Quién eres tú? —pregunta él mirando con recelo la mano que mantengo extendida con la esperanza de que me dé un euro o dos.
—Soy Míchel Noguera.
—¿Pero no eras calvo?
—No, ése es otro Noguera: Miguel.
—Ah. ¿Es un familiar?
—Me vendría bien, que está triunfando, pero no. Yo soy secreto; como los buenos.
—Ya, eso dicen todos.
—Oiga, que acabo de ganar MálagaCrea.
—¿Y eso que es?
—Pues un certamen literario.
—No me suena.
—Da igual, lo de menos es su importancia objetiva. Para mí tiene valor porque lo perseguí durante ocho años. Se había convertido en mi Moby Dick particular. En esa chica que siempre te dice que no hasta que una noche se emborracha y acaba en la cama contigo.
—Curioso que pases de una ballena a una mujer.
—No me líe, era por completar con otro tipo de persecución.
—Como quieras. El caso es que tengo prisa; me esperan al otro lado de la ciudad.
—No puede ser, que estoy imaginando esto yo.
—Míralo así: tienes una imaginación realista y por eso tengo una importante reunión editorial. Hemos descubierto a un joven autor con un futuro esplendoroso. Ya verás cuando leas su novela, te va a encantar.
—Bueno, me la podría imaginar y terminamos antes, ¿no?
—No exageres, no tienes tanta imaginación. Adiós, me marcho corriendo.
—¿Y qué pasa conmigo? Yo quería hablar de la extraña sensación de ganar algo que ya habías dado por perdido. De pensar todo el rato que han cometido un error, que cómo vas a ganar tú, si eso es imposible. De sentirse un impostor.
—Otro día, Noguera, otro día.

sábado, 19 de mayo de 2012

El monstruo

He soñado con un monstruo, le dice ella. Era un gusano que me quería parasitar, quería entrar en mi cuerpo para anidar y tener sus asquerosas crías. Pero yo no le dejaba, ¿sabes? Luchaba a brazo partido con él, me retorcía, lo golpeaba una y otra vez. Al final, lo derroté. Lo aplasté con mis propias manos y no quedó más que una masa sanguinolenta.
Tú sí que sabes qué decirle a un hombre después de follar, contesta él.

viernes, 18 de mayo de 2012

Y usted qué vende

Y usted qué vende, me preguntan, pero siempre ha sido mi problema más importante: no saber que esto, todo esto, es un gran negocio y que hay que saber venderse. Yo no serviría para escritor famoso, pues no sabría qué decir en las entrevistas. De qué escribe usted, me preguntarían. No sé, de las cosas que hay en mi cabeza, contestaría yo. ¿Y son...? Ah, si yo lo supiera.

jueves, 17 de mayo de 2012

La mujer de mi vida

Decide actualizar la agenda del teléfono móvil y borrar los números de las personas con las que ya no tiene contacto. Después de haber borrado tres o cuatro, encuentra uno que no reconoce, guardado bajo el nombre: «La mujer de mi vida». Qué raro, piensa. ¿Quién será y por qué no lo recuerdo? ¿Sería alguna chica que apuntó su número en un algún despiste mío para que lo encontrara luego y la llamara? ¿Lo apuntaría yo en alguna noche de juerga de la que no recuerdo nada? ¿Será una broma de algún amigo? Duda durante unos segundos si borrarlo o llamar y finalmente opta por darle un toque, sin más. Que me llame si quiere y me aclare todo esto, piensa. Y en algún lugar, una chica recibe una llamada perdida de «El hombre de mi vida».

martes, 15 de mayo de 2012

La mujer de tu vida

En un banco del parque, encuentra un teléfono móvil. Todavía encendido, como si acabaran de perderlo. Busca en la agenda algún número que pueda ayudar a su devolución, algo como «papá» o «trabajo» y encuentra un contacto misterioso: «la mujer de tu vida». No «la mujer de mi vida», que habría sido más normal. Bah, la explicación es sencilla, piensa, será que el dueño del móvil se habla en segunda persona. ¿Pero no podría tratarse de una señal? El destino, que ha planeado todo esto para que él encuentre a la mujer de su vida. No, no, esto es una tontería, el destino es más sutil. Pero tal vez sea la dueña del teléfono quien lo ha planeado todo: quizá lo ha dejado en el parque para que lo encuentre un hombre audaz y la llame. Y él podría ser ese hombre audaz. Así que sin más dilación llama y le responde la voz de una señora: «por fin, ya pensaba que no ibas a llamar esta semana a tu madre».

lunes, 14 de mayo de 2012

Un asunto policial

—Inspector, tenemos un sospechoso.
—¿Quién es?
—La Muerte, señor.
—¿Cómo dice?
—Es la responsable de la ola de asesinatos, está claro. La autora intelectual, se podría decir.
—No creo que sea fácil arrestar a la Muerte. Seguro que ni tiene domicilio fijo.
—Eso es lo mejor, señor inspector: está ahora mismo en una celda.
—¿Qué?
—La detuvimos cuando merodeaba en la escena de un crimen. Quiso hacerse pasar por una ancianita que paseaba, pero la guadaña la delató.
—No sé yo si va a ser posible procesar a la Muerte. ¿Qué dice el código penal de esto? ¿Se puede juzgar a alguien que no es legalmente una persona?
—Tal vez puedan deportarla, al carecer de papeles. Ya sería un triunfo expulsar a la Muerte del país.
—Sí que lo sería, pero vamos a tener que soltarla.
—¿Qué? ¿Y eso por qué?
—Piénsalo: la Muerte es responsable de todas las muertes, valga la redundancia. Tendríamos que considerar asesinatos los infartos, los accidentes, las enfermedades que se complican... ¿Sabes lo que aumentaría entonces la tasa de criminalidad? Mi ascenso se iría al garete, con todo lo que he luchado para conseguirlo.

domingo, 13 de mayo de 2012

La memoria romántica

«No, no tengo miedo al olvido», le escribió a la chica. «Tengo tu tanga en un cajón y cuando lo miro me hace de magdalena de Proust».

miércoles, 9 de mayo de 2012

El orador

Yo, damas y caballeros, no estoy acostumbrado a hablar en público. De hecho, esto me produce un pánico atroz. Me han aconsejado que me imagine a la audiencia desnuda, pero el problema es que no tengo mucha imaginación. Así, ¿podrían hacer el favor de desnudarse? Sobre todo las chicas guapas de la primera fila.

domingo, 6 de mayo de 2012

Un año después

«Bueno, y ahora que ha pasado un año, ¿con qué momento te quedas?», me pregunta ella. «No sé», le digo yo, «hay muchos», pero en realidad me acuerdo de aquella vez que le mandé rosas porque estaba triste y al recibirlas me dijo: «ya está, ya me has ganado, ya no tienes que hacer nada más». Fue sin duda un buen momento.

viernes, 4 de mayo de 2012

Capítulo 2696

He matado al dragón. He ganado MálagaCrea.

martes, 1 de mayo de 2012

El sistema

Por decreto, todos los ciudadanos de este país nacen como criminales y no se les reconocen derechos, sólo deberes y obligaciones para saldar su deuda con el Estado. Por buen comportamiento, muy poco a poco, un individuo puede ganar derechos hasta que por fin deja de ser considerado un delincuente. Se convierte en un ciudadano privilegiado, alguien envidiado por el resto de la sociedad. Estas personas se muestran contrarias a toda reforma democrática, pues a ellas les costó mucho alcanzar el estatus de ciudadano libre. «Por qué mi vecino ha de tenerlo más fácil que yo», piensan. «Yo tuve que esforzarme mucho para conseguir mis derechos, que lo hagan también los demás». De esta manera, los esclavos son también esclavistas, lo que facilita enormemente el funcionamiento del Estado.