jueves, 29 de diciembre de 2011

2011

En el año en que iba a decir adiós a todo, te dije hola a ti.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los caracoles

La última exposición de Jakob Jakob, el genial fotógrafo anacoreta, está centrada en los caracoles, como las anteriores. Cuando se le ha preguntado por esto, el autor se ha limitado a encogerse de hombros con aire distraído antes de responder: «los caracoles posan mejor que las cucarachas».

martes, 27 de diciembre de 2011

El desencuentro

La realidad y yo estamos peleados, pero empezó ella. Yo soy un tipo razonable, pero sé cuándo no soy bienvenido y tengo mi dignidad. Para hacer las paces, ella tendrá que dar el primer paso. Mientras tanto, seguiremos ignorándonos.

lunes, 26 de diciembre de 2011

El orden cínico de las cosas

Yo entiendo el amor como una confesión, dice el poeta Goran Tevic, pero no como una confesión que haces a la persona amada o al mundo —aunque también—, sino como una fe. Una manera de estar en la vida. Pero esto de la fe funciona así: si son muchos, es una religión; si son pocos, es una secta; si es sólo uno, es un romántico trasnochado. Yo me niego a aceptar el orden cínico de las cosas. Por eso decido ir a otra ciudad a buscar a una chica en un concierto multitudinario. Sólo porque vi una foto suya y me enamoré. Como Dante de Beatriz. La destrucción fue mi Beatriz, que decía Mallarmé. El amor es mi Beatriz, digo yo. Un ideal. Un ideal basado en una realidad difusa que no conozco, pero que cobra sentido a través de ese ideal que he inventado yo.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Una mina de jardín

El señor Finisterre está en su jardín regando las gardenias. Mientras hace esto, piensa en Virtudes, su vecina. Las tetas altas de Virtudes. Las virtudes de Virtudes. Ensimismado, da unos pasos sin mirar dónde pisa, deteniéndose cuando oye un súbito chasquido. Qué habrá pisado, se pregunta, no ha sonado como una rama. Baja la mirada y descubre que tiene el pie encima de una mina. Traga saliva, pero con cuidado, para no moverse. ¿Cómo ha llegado esto aquí?, piensa. Una mina de jardín. Quizá es que hay una guerrilla de los jardines que combate al gobierno, una especie de Viet Cong oculto entre rosas, margaritas y tulipanes; insurgentes entre las flores. Pero no, esto no tiene sentido, él no ha visto que el gobierno bombardee con napalm las zonas residenciales. Tal vez la mina de su jardín es una reliquia de alguna guerra olvidada. Tal vez ha ido desenterrándose poco a poco, con la lluvia. O con el agua con la que, alargando el brazo, sigue regando las gardenias en un intento de aparentar normalidad, como si la mina fuera a desaparecer por ignorarla.

sábado, 24 de diciembre de 2011

El dinero y el amor

—Ya tengo decidido qué te voy a regalar para tu cumpleaños.
—Si no te cuesta dinero, vale.
—Tengo que comprarlo en una tienda, no es una manualidad casera.
—No quiero que gastes dinero, tienes que ahorrar.
—Pero es que yo quiero regalarte eso. Es el regalo perfecto.
—Prefiero que no. Quiero que ahorres, es importante.
—Me caes fatal.
—Pues déjame.
—Es tu solución para todo. «Tengo frío. Pues déjame».
—No digas tonterías.
—Que sepas que no voy a ahorrar: pienso gastarme todo el dinero en cosas superfluas.
—Gilipollas.
—Bruja.

viernes, 23 de diciembre de 2011

El Cuarto Reich

Madame Retourner, la famosa médium, entra en trance con facilidad debido a que tiene la tensión baja. Esto le viene de perlas para desempeñar su actividad, aunque tiene sus inconvenientes cuando está dando un paseo.
—Yo quería hablar con Hitler —interrumpe un personaje al narrador.
—¿Con Hitler? —pregunta ella en un alarde de redundancia.
—Con Hitler —contesta él subiendo la apuesta.
—Pero es que yo no hablo alemán.
—Pues vaya una mierda de médium.
—Oiga, sin faltar.
—Perdone, estaba pensando en voz alta. Yo es que creía que los muertos se comunicaban con usted en un idioma universal. La lengua de los muertos o algo así.
—Pues no. Cada uno habla la lengua que hablaba en vida.
—¿Y los sordomudos?
—¿Qué?
—Los muertos sordomudos, ¿en qué idioma hablan?
—A ver, se comunican conmigo con sus pensamientos, no es que escuche voces. ¡Ni que fuera una esquizofrénica!
—Claro, tiene sentido. Pero los pensamientos pueden ser imágenes, más que palabras.
—Sí.
—Pues eso, que quiero hablar con Hitler. Llámelo y que le dé imágenes.
—Como quiera.
Madame Retourner cierra los ojos e inspira profundamente. Está abierta la comunicación. Es como una telefonista que contacta con el número adecuado.
—Que se ponga ya Hitler —vuelve a interrumpir el hombre.
—Veo las paredes de un búnker —anuncia Madame Retourner.
—¿Está Eva Braun ahí?
—Sí. La veo. Está aquí, a la derecha, sentada en un sofá.
—Bien. ¿Qué lleva puesto?

jueves, 22 de diciembre de 2011

El Gran Líder

—El Gran Líder ha muerto.
—Imposible, eso es contrarrevolucionario.
—Ya lo sé. He hecho fusilar a los médicos.
—¿Y bien?
—El estado del Gran Líder no ha mejorado: sigue muerto.
—Eso es que elige voluntariamente la muerte. ¿Qué crees que significa?
—Igual es su manera de decirnos que ya estamos preparados para conducir el país sin él.
—No sé, es mucha responsabilidad.
—Motivo de más para estar orgullosos de que nos haya elegido. ¡Somos dignos a ojos del Gran Líder!
—Sí, no lo había pensado. Además, quizá vuelva si lo hacemos mal.
—Eso comunicaremos al pueblo, para que no haya revueltas.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El remedio

Doctor, estoy estresado, no puedo con mis problemas, le dijo a su médico. Usted encójase de hombros, contestó éste. ¿Y ya está?, preguntó el paciente. Ya está, con eso será suficiente, que es un gesto literario y práctico a la vez: ya verá qué bien le sienta al cuello. El paciente, ante esta sugerencia tan poco común, se encogió de hombros por primera vez. Era verdad que sentía alivio, pensó. E indiferencia. De pronto, era como si nada pudiese afectarle. Era invulnerable. Por muy terrible que fuera la dificultad con la que se encontrase, podía superarla con un simple gesto.

martes, 20 de diciembre de 2011

La mirada

A mí es que me gusta mirarte, le dice él con la convicción de quien no tiene que justificar sus actos. Me gusta mirarte y ya está, remata ante la expresión de incredulidad de la chica, que no se siente especialmente atractiva por las mañanas. Qué raros son los románticos —piensa ella—, no se enteran de nada.

lunes, 19 de diciembre de 2011

La imaginación desbordante

Yo, señoras y señores, no sé hacer la vida. La realidad nunca me satisface, ya que siempre me la imagino mejor de lo que es. Una mujer fascinante, un viaje a un lugar exótico, un trabajo con condiciones inmejorables... son todas cosas que me decepcionan. En mi cabeza es todo más interesante, funciona siempre a mi gusto. Por qué la vida no podrá ser como mi imaginación, me pregunto. Y se me ocurren motivos mucho mejores que los reales.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Las fotos

Marisa encuentra unas fotos pornográficas en el teléfono móvil de su novio. Fotos de penetración. Fotos de infidelidad, pues esa chica no parece ella. No se ven las caras de los amantes, pero ese cuerpo no es el suyo. Va corriendo a enfrentarse a su novio.
—Explícame estas fotos.
—Qué tengo que explicar —dice él para ganar tiempo.
—Ese culo no es el mío.
—Claro que lo es.
—No, yo no lo tengo tan bonito.
—Sí que lo tienes, aquí está la prueba.
—¿En serio?
—De verdad. Es tu culo, no seas tan modesta.
—Vaya... No sabía que mi culo era tan fotogénico. ¡Qué bien!
—Pero tengo que decirte una cosa: esa polla no es la mía.
—¿Qué?
—No sé, explícamelo tú.
—¿Cómo no va a ser tu polla?
—Muy sencillo: porque no soy yo el de las fotos. Es decir, que follas con otro y encima te sacas fotos con él. ¡Con mi teléfono móvil, además!
—¡Pero qué dices! Si yo acabo de encontrar estas fotos hace un rato.
—Vaya, te saca fotos tu amante y ni te enteras. Dime la verdad: ¿estás consumiendo drogas? ¿Te ha metido en la mala vida ese tipo?
—¡Que no tengo ningún amante!
—Ah, ingrata. Si tengo las pruebas en la mano, las pruebas de tu infamia. No tienes vergüenza alguna, no me respetas nada y por eso eres capaz de mentirme en la cara cuando la verdad es evidente. Yo no puedo estar con alguien así. Adiós.
Y se marcha de casa pese a las súplicas de Marisa. Ya en la calle, llama a su amante para comunicarle que acaba de dejar a su novia. «Por ti, cariño», añade, «porque te quiero».

sábado, 17 de diciembre de 2011

Llueve

—Llueve —dice ella.
—Sí.
—Yo quería salir a dar un paseo.
—Tendrás que esperar que escampe.
—Si fueras un buen marido, controlarías el tiempo.
—¿Qué?
—Lo que pasa es que no me quieres.
—Claro que te quiero, pero no puedo hacer que deje de llover.
—Entonces eres un incompetente, que es peor.
—¿Es peor ser un incompetente y quererte que ser competente y no quererte?
—Claro. Al menos haría buen tiempo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Los amantes de antemano

Jonathan Richman presenta una canción y dice: «la primera vez que vi a mi mujer, fue en un bar oscuro. Pero entonces no era mi mujer». Es una aclaración necesaria, piensa él. Podría ser que el mundo funcionara de otra manera. Que una desconocida te abordara por la calle y te dijera: «hola, soy tu mujer por imperativo legal». Y tú lo aceptaras de buen grado porque las leyes son iguales para todos y es lo más normal del mundo que perfectos desconocidos formen parte de tu círculo íntimo. La gente apuntaría en sus diarios cosas como: «Hoy por fin he conocido a mi mujer: resulta que llevamos casados cinco años, pero el gobierno no me había avisado; menos mal que me la he encontrado en el metro».

jueves, 15 de diciembre de 2011

Ante el juez

Señoría, mi cliente cree que es inocente y en este país se respeta la libertad religiosa. Sí, es cierto que esta religión de mi cliente (basada en su creencia de ser inocente del crimen por el que se le juzga) es minoritaria, pero en este país no oprimimos a las minorías. Si somos una gran nación es por nuestras libertades y condenar a este hombre sentaría un grave precedente: sería decirle a la opinión pública que no tenemos derecho a creer en lo que queramos, que no tenemos derecho a ser diferentes.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La lengua madre

Los niños en las escuelas y guarderías de toda Francia comenzaron de pronto a hablar en alemán, para consternación de padres, profesores y políticos. Qué significaba esto, se preguntaban todos. ¿Era un nuevo método de invasión alemana? Si era así, era de admirar el pacifismo de la acción, declararon algunos, pero todos estaban de acuerdo en que era una forma de colonización cultural que no podía tolerarse. La cultura francesa estaba en peligro y algo había de hacerse. Los niños quintacolumnistas fueron inmediatamente conducidos a prisión, con la idea de reeducarlos y reinsertarlos en la sociedad y la cultura galas, pero todo fue inútil. Aprendían el francés, sí, pero lo hablaban con un marcado acento germano. Eran turistas permanentes, declaró el ministro de Cultura. Mientras tanto, el embajador alemán juraba una y otra vez que su gobierno no tenía nada que ver con el extraño fenómeno.

martes, 13 de diciembre de 2011

A Paul Auster no le pasan estas cosas

Me presenté a un concurso que organizaba una editorial y huelga decir que no gané. El caso es que un par de semanas después me escribe dicha editorial para venderme esta idea: aunque no haya ganado, mi obra les parece estupenda. Tan estupenda que están dispuestos a ofrecerme una «coproducción literaria», que consiste en que yo aporto la obra y la mitad del capital necesario para publicarla. Yo declino la propuesta amablemente, ya que mi idea al presentarme a su concurso era ganar dinero, no que me costara dinero a mí.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Museo de cera

—Sí, sé lo que dicen mis recuerdos, pero es todo mentira. Yo no era aquel tipo, aquel era un impostor, nada más. Alguien que se hizo pasar por mí. Alguien que hizo cosas para confundirme cuando pasaran los años y echara la vista atrás. Alguien que dejó pistas falsas para incriminarme ahora. Pero no. Yo soy inocente de todo cargo. Si ni siquiera nos parecemos en nada ya.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Tener cuidado

Que tenga cuidado, me dice. Como si eso fuera a evitar que me pase algo. Como si fuera un conjuro de protección: «ten cuidado». Ya está, no es necesario nada más, se ha espantado el peligro. Puedo salir a la calle tranquilo y despreocupado, pues estoy a salvo de todo mal. Era así de sencillo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Manifiesto

Nosotros, que somos jóvenes, queremos cambiar el mundo, que está gobernado por señores que también quisieron cambiarlo y que se pasaron al enemigo. Porque nosotros no seremos como nuestros padres, que también fueron jóvenes y terminaron derrotados. No. Nosotros tenemos la fe ciega de los que no saben que se convertirán en unos cínicos. Somos una fuerza arrolladora y llena de esperanza que sólo contempla la victoria, pues la alternativa es terrible: mirar con desaprobación a los ilusos que lo intenten después de nosotros.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Haiku

No más distancia.
Te encontraré después
cuando me duerma.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Parar el tiempo

Que podía parar el tiempo y que eso sería de lo más útil para cometer crímenes, declaró el hombre. Es mi superpoder, dijo. Detener el tiempo. En la agencia estábamos atónitos ante esto y le pedimos que nos hiciera una demostración. Por supuesto, convino; cerró los ojos durante unos segundos, al cabo de los cuales dijo que ya, que ya había parado el tiempo. Nosotros nos miramos sin notar ningún cambio y así se lo dijimos. El mundo seguía su curso, no se había detenido el tiempo. Miren sus relojes, respondió él. Obedecimos: todos los relojes se habían parado. ¿Lo ven?, dijo él con aire de satisfacción. Esto no es detener el tiempo, sino los relojes, protesté yo. No, no, es parar el tiempo, que es marcado por los relojes, alegó. Como quiera, pero eso no nos sirve de nada, le dije. ¿Cómo vamos a atracar un banco así? La idea sería que los guardias quedaran paralizados, no que llegaran tarde a casa. Excusas, caballeros, respondió el extraño hombre, el caso es que yo puedo detener el tiempo: son ustedes quienes tienen que encontrarle aplicaciones prácticas.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Barrios típicos

En este barrio seguimos en el siglo XIX, concretamente estamos a finales del mismo. Esto es así por decisión municipal: para atraer turismo, que está cansado de lo habitual y busca emociones nuevas. O emociones antiguas, más bien. Por eso permanecemos en esta época tan bohemia y romántica, aunque de tecnología bastante obsoleta —lo que es un engorro para ciertas cuestiones—, pero todo sea por el turismo.

martes, 6 de diciembre de 2011

Ensayo y error

Los viajes en el tiempo nos han permitido por fin aplicar el método científico a la historia humana. Constantemente estamos haciendo cambios en el pasado, puliéndolo, probando alternativas que funcionen mejor, logrando así un presente cada vez más cerca de la perfección.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Aires de juventud

Todos éramos más jóvenes antes, dice un hombre. Es verdad, yo me acuerdo, contesta otro.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Antiguos niños prodigio

—Buenos días, venía a ofrecerme para ser publicado, aprovechando que ahora están de moda los escritores muy jóvenes.
—Oiga, tiene usted cincuenta años, por lo menos.
—Tengo cuarenta y nueve.
—Da igual, usted no es joven.
—Pero me acuerdo de serlo. Y todo desde la madurez actual, lo cual es muy ventajoso.
—Eso es una tontería. No es joven y no podemos venderlo como tal.
—¿Y qué tal como antiguo niño prodigio? Lo fui hace cuarenta años, ¿es que eso no cuenta?
—Contaba hace cuarenta años, sí, pero no ahora. Los tiempos cambian, la juventud se marcha. Lo importante es publicar a un escritor que es joven ahora, que es lo que vende.
—¿Y si le traigo lo que escribí cuando era joven?
—No, eso tampoco nos vale.
—¿Y con fotos mías de veinteañero? Podríamos decir que son actuales. Es más, yo podría ir a las presentaciones de mis libros y decir que soy mi padre.
—Hum, no suena mal eso. También podríamos decir que ese joven autor está muerto y que usted es el custodio de la obra del difunto chaval.
—Lo que no está muy lejos de la realidad.

sábado, 3 de diciembre de 2011

El doble

Martínez saca a pasear a Goliadkin, su perro, y al volver a casa descubre que en la caseta de éste hay un perro idéntico al suyo. Pero más manso. Más sano. Más fiel, seguramente. Para acabar de estropearlo, Goliadkin ladra al intruso. Está furioso. El doble, mientras tanto, menea la cola y mira amistosamente a su nuevo amo, que sonríe.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Las diversas vidas de Anne Frank

En un universo paralelo, Anne Frank y su hermana Margot son enviadas por sus padres a Inglaterra antes de la invasión alemana de Holanda. Aquí la historia se complica, pues hay varias posibilidades. En uno de los universos paralelos, Anne muere en un bombardeo de la Luftwaffe, una víctima anónima más. En otra realidad alternativa, que es la que vamos a seguir, sobrevive a la guerra en la relativa seguridad de la campiña inglesa, donde recibe la terrible noticia de la muerte de sus padres en Auschwitz. La pérdida de sus progenitores hace que las hermanas Frank decidan no volver a Ámsterdam, donde ya no tienen nada. El Reino Unido es su nuevo hogar. Anne estudia literatura y publica su primera novela en 1952, que pasa desapercibida. En 1955 se casa con Jim Paddington, abogado, y se trasladan a Liverpool. Anne Paddington publica su segunda novela en 1957, sin repercusión alguna, pero no tiene tiempo para deprimirse con este nuevo fracaso, ya que ese mismo año nace Otto, su primer hijo (aunque Jim no estaba de acuerdo con ponerle un nombre alemán al niño, pese a que fuera un homenaje al difunto padre de Anne). El bebé le quita tiempo para la literatura a Anne, que ya es una ama de casa a jornada completa. No vuelve a escribir hasta la beatlemanía, que le recuerda el auge del nazismo. En 1965 publica I want to raise your hand, una fábula en la que un grupo musical instaura una dictadura en el Reino Unido con el apoyo de las masas enfervorecidas. Pero, una vez más, las mieles del éxito le son negadas a Anne, que abandona la literatura para siempre y acepta una vida común que bien podría no haber sido si sus padres no la hubieran mandado a Inglaterra cuando era niña.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Las alucinaciones

Una cucaracha corretea por la mesa, pero Alberto trata de ignorarla, pues sabe que no es real. Lo sabe por la actitud de su jefe, que sigue sentado como si nada, con calma, y no muestra el menor interés por la supuesta cucaracha. Así que Alberto se seca el sudor de la frente con la manga de la camisa y suspira, intentando prestar atención a la cháchara insufrible de su superior. Algo de la productividad, dice. La crisis. Todo eso es real, piensa. No la cucaracha, que es producto de su imaginación. Siempre tiene que observar la reacción de la gente para saber si el asqueroso insecto de turno es de verdad o no. A veces es Alberto quien permanece calmado, creyendo equivocadamente que la cucaracha es imaginaria. Como hace un par de semanas, cuando cenó con una chica en un restaurante. Menudo salto dio. La chica, no la cucaracha. Y él allí con cara de idiota. Ella pensó que era un tipo inmutable, con nervios de acero. Todos somos víctimas de nuestra imaginación, en realidad.