jueves, 8 de diciembre de 2011

Parar el tiempo

Que podía parar el tiempo y que eso sería de lo más útil para cometer crímenes, declaró el hombre. Es mi superpoder, dijo. Detener el tiempo. En la agencia estábamos atónitos ante esto y le pedimos que nos hiciera una demostración. Por supuesto, convino; cerró los ojos durante unos segundos, al cabo de los cuales dijo que ya, que ya había parado el tiempo. Nosotros nos miramos sin notar ningún cambio y así se lo dijimos. El mundo seguía su curso, no se había detenido el tiempo. Miren sus relojes, respondió él. Obedecimos: todos los relojes se habían parado. ¿Lo ven?, dijo él con aire de satisfacción. Esto no es detener el tiempo, sino los relojes, protesté yo. No, no, es parar el tiempo, que es marcado por los relojes, alegó. Como quiera, pero eso no nos sirve de nada, le dije. ¿Cómo vamos a atracar un banco así? La idea sería que los guardias quedaran paralizados, no que llegaran tarde a casa. Excusas, caballeros, respondió el extraño hombre, el caso es que yo puedo detener el tiempo: son ustedes quienes tienen que encontrarle aplicaciones prácticas.

2 comentarios:

Microalgo dijo...

¿Hasta los Casio digitales?

Miren que lo de las manecillas es muy newtoniano, pero con los relojes digitales la cosa se complica...

Alejandro Morales dijo...

La verdad es que no sé qué sentiría si se parase el tiempo. O si se parasen los relojes. No se si se congelaría el mundo o si es posible que alguien se pudiera beneficiar de ello.

De lo que estoy seguro es que yo seguiría llegando tarde.