viernes, 5 de agosto de 2011

A ciegas

No, no te atrevas a encender la luz, dice ella. No puedes verme desnuda. Esto es entrar en el sanctasanctórum para encontrarse con Dios y tienes que hacerlo a oscuras, en silencio. No se puede ver el rostro de Dios; ni siquiera tú, que eres mi sumo sacerdote. Pero abrázame, bésame, tócame. Mi cuerpo es una plegaria para disipar las tinieblas. Mi cuerpo es la luz y el camino.

3 comentarios:

Microalgo dijo...

Se nos ha venido un poco arriba, la chica.

Nomás un pelín.

Javier Vayá Albert dijo...

Hola, saludarte y felicitarte por tu genial forma de escribir, lo cierto es que te sigo desde hace tiempo pero algunos de tus escritos me parecían tan brillantes que me daba un poco de vergüenza comentar nada por no estar a la altura, en fin, tonterías mías, un saludo y enhorabuena por el blog.

Golfo dijo...

Si hubiese encendido la luz habría visto la verdad... la chica no era la chica, la chica era en verdad Marilin Manson.
Porque si, porque no era el único al que le había pasado. Era algo que todo el mundo sabía desde lo de Starfuckers Inc.
Todos menos él.