jueves, 31 de marzo de 2011

Hay un agujero en la pared

—Hay un agujero en la pared y por él veo mi vida entera.
—Qué práctico, ¿no? Así no necesita recordar nada, puesto que está todo en el agujero.
—Bueno, no funciona así. Yo no controlo lo que veo: me limito a mirar por el agujero y entonces sucede algo. Algo de mi vida.
—¿Pero algo interesante?
—A veces, sí. A veces veo mi infancia. En otras ocasiones, veo el cuerpo de una antigua amante. Es de lo más erótico, pues me siento voyeur de mi pasado.
—Suena bien.
—Muchas veces sólo veo negrura.
—¿El futuro? ¿La muerte?
—Creo que no. Me parece que es mi vida mientras dormía.
—Sí, tiene sentido.

miércoles, 30 de marzo de 2011

La chica de la terraza

Hay una chica sentada en la terraza. Está leyendo. Nosotros estamos en la calle, sólo a unos metros de ella, y bebemos como si no le prestáramos atención, pero en realidad la estamos mirando a cada momento. Lleva unos pantalones cortos de color rosa. Lee con cara de suma concentración, como si no consiguiéramos distraerla con nuestra conversación. No hay nada más bonito que una mujer, pienso. Y no sé qué pensarán mis amigos, pero para mí la tarde se estropea cuando me vuelvo por enésima vez y descubro que la chica finalmente ha desistido de leer bajo el sol de marzo y ha entrado en casa, cerrando tras ella la puerta de la terraza.

martes, 29 de marzo de 2011

Lenocinio

La calle (esto se consigue con una boca de incendios y un par de farolas). Entra una PUTA, que es más corto de escribir que «prostituta». Gira su bolso como si fuera el martillo de Thor. Entra un NOVELISTA.
NOVELISTA: Buenas noches, señorita.
PUTA: Buenas noches.
NOVELISTA: Perdone mi atrevimiento, ¿pero es usted una lumi?
PUTA: ¿Se sigue usando esa palabra? ¿De dónde sale usted?
NOVELISTA: Es que soy escritor, ¿sabe? Tengo querencia por el habla demodé.
PUTA: Ah. Pues está usted de suerte, sí: soy puta.
NOVELISTA: Me pareció que lo era por los movimientos que hacía con el bolso.
PUTA: Es un código milenario, como las señales de humo.
NOVELISTA: Sin duda. Me alegro de estar versado en él.
PUTA: Bien. Son cincuenta y la cama, cariño.
NOVELISTA: ¿Hace descuento por familia numerosa?
PUTA: No. De hecho, cobro un plus a grupos.
NOVELISTA: No, si sería sólo yo. Mi familia está en casa.
PUTA: Ah. ¿Entonces ni siquiera van a mirar?
NOVELISTA: Creo que eso me daría problemas.
PUTA: ¿Eres tímido? Tengo pastillas para que no te arrugues, tranquilo. Aunque eso hay que pagarlo también.
NOVELISTA: No, no es eso. No es que me ponga nervioso que me miren mientras follo, sino que mi mujer se lo tomaría mal. Y mis hijos.
PUTA: Entiendo. Será entonces un polvo clandestino, ¿no? En la intimidad, sin público que nos jalee.
NOVELISTA: De lo más íntimo, salvo por la gente que está sentada en el teatro. Como ese señor de ahí, que tiene pinta de pervertido.
Un foco se enciende e ilumina a un señor que ha venido con sus familiares a ver la obra.
PUTA: Sí que tiene cara de guarro, sí. Diría que es cliente mío y todo.
Se escuchan golpes e improperios entre el público.

lunes, 28 de marzo de 2011

De nuestro gobierno en el exilio

Es una carta de amor. Una muy extensa, trescientas páginas escritas en tres años, lo que nos da una media de escribirte cien veces al año. No está todo, en realidad, pero creo que está lo importante. Lo esencial, lo que conforma una historia con humor, dolor, sinceridad, reproches, arrebatos románticos y otros desmanes de tipo trasnochado. Empieza con las primeras cosas que escribí de ti cuando todavía no te conocía y bromeaba sobre amor y otros demonios. Sigue con todo aquello que decía cuando me dedicaba a disimular el amor para no ahuyentarte. Termina con lo que comenté ayer o hace un momento, aunque podría decir que esto es como una novela de Kafka y nunca termina. Porque estoy siempre pensando en ti, constantemente. Claro que nada de esta narración sucede nunca en la realidad, pues forma parte sólo del imaginario sentimental del autor. Es, definitivamente, como una novela kafkiana.

domingo, 27 de marzo de 2011

Epílogo

Yo quería ser Rimbaud
y ya me han cortado una pierna.

sábado, 26 de marzo de 2011

En la mirada

«¿Qué letra ve aquí?», pregunta el oculista, y el paciente responde: «una teta». El oculista menea la cabeza, aunque no está seguro de que el paciente pueda verlo, y le explica que es la letra a. Apunta a la siguiente letra y repite la pregunta, a lo que contesta el paciente: «un culo». Es la letra o, pero el oculista se limita a suspirar. «Ahora voy a hacerle una revisión ocular», le informa, «apoye la barbilla aquí y mire al frente». El paciente obedece y se coloca con cuidado para que se asome a sus ojos el oculista. Éste examina primero el ojo derecho y lo que ve le deja sin habla, pues ve a una mujer desnuda. Una mujer en la ducha, concretamente. El oculista se frota los ojos (aunque se lo desaconseja siempre a sus pacientes) y le echa un vistazo ahora al izquierdo. En éste no hay una mujer, sino dos. Juguetean en la cama, se besan, se tocan con lascivia irresistible. Cómo explicar todo esto, se pregunta el oculista. Y encima con una erección, lo que no es nada profesional.

viernes, 25 de marzo de 2011

Auschwitz en hora punta

Con nuestras cabinas para viajar en el tiempo por fin podrá usted contemplar en vivo y en directo las grandes desgracias de la humanidad. Visite los campos de exterminio. Sea espectador de la explosión atómica en Hiroshima (nuestras cabinas, además de totalmente invisibles, son a prueba de radiaciones). Estremézcase ante los estragos de la peste negra. Vea de cerca la muerte y el sufrimiento.
Recuerde que, en cumplimiento de la legalidad concerniente a los viajes en el tiempo, no nos está permitido intervenir, sólo mirar.

jueves, 24 de marzo de 2011

Haiku

La luz eléctrica
llega por la mañana
antes que el sol.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Las tres de la mañana

—Y no hay manera de volver a casa.
—¿Te has perdido?
—Es una forma de hablar, una metáfora: no hay manera de volver a casa. No hay manera de volver a ti.
—Ah.
—Lo pienso en este bar en el que apuro la vida mientras oigo el canto de las sirenas en la noche. Pero no las de Ulises, sino las policiales.
—Qué exagerado eres.
—Lo digo en serio: es un barrio peligroso.
—Me refería a lo de apurar la vida.
—Pero es que es verdad. Y oigo también al pasado que llama. Gritando el nombre de otro.
—Tanto malditismo no puede ser bueno para la salud. La verdad es que se te ve bastante desmejorado.
—Y me digo que he perdido el rumbo de nuevo, que doy tumbos en esta ciudad que sin ti no me pertenece. Siempre buscando la forma de dar contigo fuera de este largo monólogo interior que es el desamor.
—Pero si estoy aquí.
—Sí, durante un rato. Pero luego te marchas y yo desconozco el camino a ti. Me perdí, dejé mi voz olvidada.
—¿Dónde? ¿En algún contestador?
—Es posible.
—Pues hablas mucho. ¿Seguro que has olvidado la voz en alguna parte?
—Hablo y bebo. Bebo para olvidar que no te tengo. Bebo para ahogar a los perros que ladran en mi corazón. Bebo para revocar el pasado, el presente, el futuro. Bebo para olvidar ser historiador de mi soledad.
—¿No tendrías que olvidar los motivos por los que bebes?
—Sí, pero no funciona. Porque es tan triste, querida, enmendar la vida en un bar y no en tu cama.
—Ah, vale. Haber empezado por ahí.

martes, 22 de marzo de 2011

Las diez de la mañana

La cama vacía. Una hoja quemada en el cenicero (el tiempo). Un despertador que suena con insistencia, anunciando que ya no es ayer. Y el sabor tan amargo de estas palabras de despedida que ya no son de nadie.

lunes, 21 de marzo de 2011

El sinsentido sentimental

¿Pero cómo acercarse y decirle que eres alguien especial? «Hola, yo no soy como los otros». Cuando en realidad no sirve, porque nadie busca algo especial, aunque digan que sí. Buscan algo normal a lo que llamar especial.

domingo, 20 de marzo de 2011

La ausencia

Nunca se me quitan las ganas de ti. Por suerte, te veo en mis fantasías más depravadas. Es decir, a diario.

sábado, 19 de marzo de 2011

Esto es un recuerdo

Esto es un recuerdo, pienso mientras está sucediendo. Porque sé que es un momento importante y que volveré a él cuando todo haya pasado. Lo recordaré de vez en cuando, aunque parecerá enterrado a veces. Y es un poco como no vivirlo ahora, como ser sólo espectador. Porque es un momento que parece existir únicamente para ser recordado, como si ya estuviera escrito y yo no pudiera intervenir. Un momento que ya he perdido y que sólo podré rememorar de vez en cuando.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Nada más

Hay una luz en la oscuridad, pero no es la esperanza: es el recuerdo.

martes, 15 de marzo de 2011

Una mirada a mi ombligo

Una mirada a mi ombligo, así se llama la última exposición del artista conceptual Kurt Kinder. 365 fotografías del ombligo del artista, una por cada día del año, con reflexiones como «mi ombligo como maelstrom», «mi ombligo como ojo del huracán», «mi ombligo como centro del universo». Una obra que nos enfrenta al abismo del solipsismo y hace que nos replanteemos tantas cosas. En el Centro de Arte Contemporáneo, hasta final de mes.

lunes, 14 de marzo de 2011

Microrrelato

La sociedad de suicidas siempre se quedaba sin miembros.

domingo, 13 de marzo de 2011

La imprevisión

Desnuda, me dice: «Aráñame». Y se lleva mi mano al vientre. «Y yo que me he cortado las uñas esta mañana», pienso.

sábado, 12 de marzo de 2011

El gesto herético de decir adiós

Como si el camino que lleva a ti pasara por Siberia y estas fueran mis memorias de la casa muerta. Sigo buscando nuevas formas de decir lo de siempre.

viernes, 11 de marzo de 2011

El gesto heroico de decir adiós

ÉL: Porque ya hace mucho que he renunciado al sueño.
ELLA: Pensaba que te lo quitaba yo.
ÉL: Sí.
ELLA: Entonces no has renunciado tú, déjate de orgullos.
ÉL: De acuerdo, digamos entonces que he renunciado a intentarlo. He renunciado a intentar el sueño.
ELLA: Qué bonito suena eso.
ÉL: Como mis ojeras, que las llevo como si fueran pinturas de guerra. Y los indios siempre pierden.
ELLA: ¿Estás diciendo que soy el Séptimo de Caballería?
ÉL: Ya quisiera yo, que entonces te prepararía una emboscada en Little Big Horn.
ELLA: ¿Y me rodearías y acabarías conmigo?
ÉL: Es una forma de decirlo.

jueves, 10 de marzo de 2011

El gesto erótico de decir adiós

—A veces, cierro los ojos intentando recordarte y me parece escuchar el susurro de tu voz.
—Muy bonito, pero ahora dime la verdad.
—Vale, en realidad me parece escuchar el quedo roce de tu ropa interior al deslizarse por tus piernas.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El gesto extático de decir adiós

He probado a repetir tu nombre como si fuera un mantra, pero sólo me quita la calma.

martes, 8 de marzo de 2011

El gesto estático de decir adiós

—Qué bonita es esa estatua que dice adiós con la mano.
—A lo mejor está diciendo hola.
—No creo, tiene expresión de tristeza.
—Quizá es que se ha encontrado con alguien que le cae mal.
—Disimularía mejor.
—¿Y si no está saludando a nadie? Puede que esté pidiendo la cuenta en un restaurante. A lo mejor la expresión de tristeza la tiene porque le ha sentado mal la comida. Igual necesita bicarbonato.
—¿Y pide la cuenta de pie, con un paraguas en la otra mano y la gabardina puesta?
—Claro. Tiene que marcharse urgentemente porque la comida le ha sentado mal, ya te lo he dicho. O tal vez sea un excéntrico y tenga frío.
—No. Se está despidiendo de alguien.
—También podría estar llamando un taxi.

lunes, 7 de marzo de 2011

El gesto estético de decir adiós

Porque el tiempo sólo colabora con la condena y me acuerdo de ti. De tu «yo no soy el mundo, pero también puedo complicarte la vida», en nuestra primera conversación por teléfono. De tus desayunos a deshoras y las naranjas de Bandini. De tu imitación del habla de las focas y de que te obligué a repetirlo frente a unas palomas una de las escasas veces que pisamos la calle. De tu vestido de criada (según tu hermana). De que caminé contigo de la mano por la ciudad más fea del mundo.
Todo tiene bastante menos gracia sin ti.

domingo, 6 de marzo de 2011

Y perderte a todas horas

Por ejemplo, en este momento, mientras escribo esto.

sábado, 5 de marzo de 2011

Es todo tan idiota

En 1815, derrotado Napoleón, se celebró el Congreso de Viena. El objetivo de las potencias europeas era detener el curso de la historia, volver a la situación anterior a la Revolución Francesa. Como si pretendieran decir: aquí no ha pasado nada, sigamos como antes. Pero no se puede luchar contra la historia, aunque ésta sea una lección que nunca aprendemos. Siglo y medio después, las potencias europeas volvieron a cometer el mismo error cuando intentaron evitar la descolonización. Hay cambios que cuesta asumir. Es lo que le pasa por ejemplo a la derecha, que no entiende que la historia es imparable, y por eso se dedica a luchar en vano contra todos los cambios que no acepta: el divorcio, el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, etc.
En una escala menor, todos funcionamos de manera parecida. Es el viejo sueño de detener el curso de los acontecimientos, de anular la historia y volver a un pasado más grato. Todos lo intentamos alguna que otra vez en nuestras vidas, aunque sea con pequeñas cosas. Pero no hay manera de volver atrás, no hay manera de regresar a una Arcadia feliz e incontaminada de los acontecimientos posteriores que tanto nos disgustaron. La Arcadia ya sólo existe en el recuerdo, y a veces ni siquiera eso, sino sólo en la imaginación, pues nunca fue real.
Pero siempre se vuelve al primer amor, como dice el tango.
Años después de algún momento importante, estoy en un bar. Es de noche. Es viernes. Es invierno. Estas son formas de acotar la vida, de situarnos en ella y en el mundo. En realidad, no significan nada; son convenciones que nos damos para otorgarle sentido a la existencia. Miro el reloj y éste me indica cuándo estoy, ya que no dónde. He bebido demasiado, pero ya es una costumbre. Hay que embriagarse de vino, poesía o virtud, que dijera Baudelaire. Pero el vino es más barato. Hay que beber para revocar el pasado. No se puede volver atrás, pero sí olvidar. Durante un rato, al menos.
Es todo tan idiota. Esta soledad que jamás termina. Este monólogo interior infinito.
Este largo exilio.
Idea para un relato: acodado en la barra de un bar, un hombre va olvidando el pasado con cada copa. Cuando finalmente sale del bar, ya es otro y puede empezar de nuevo. No hay traumas, no está encadenado a ningún recuerdo. El debe está en blanco. Todo es posible de repente. Claro que a la mañana siguiente las cosas vuelven a ser como siempre. La resaca trae de vuelta la realidad, que sólo se ausentó por una noche. Era una tregua, no un tratado de paz. No una nueva vida, sino sólo un receso en la condena.
Y vuelta a empezar.
Es todo tan idiota.

viernes, 4 de marzo de 2011

Spam

A mí me gustaría que me mandaras spam tú. Que me enviaras un correo electrónico cuyo asunto fuera «Para aumentar el tamaño de tu pene» y que dentro hubiera una foto de ti desnuda.

jueves, 3 de marzo de 2011

De la dificultad de levantarse de la cama

De la dificultad de levantarse de la cama es una novela existencialista de Bonifacio Serengueti. El protagonista es un asesino a sueldo que, tras ver un documental en la tele, decide hacerse vegetariano, lo que le crea conflictos en el trabajo, ya que si matar animales para comérselos está mal, matar gente por dinero tiene que ser peor. Por suerte, conoce a una astróloga (que antes tenía un videoclub, pero ya nadie alquila películas) que le explica que él es géminis y, por tanto, prácticamente bipolar, lo que le capacita para rebanarle el pescuezo a un señor y luego tomar soja sin que haya ningún dilema moral. Ya en librerías.

miércoles, 2 de marzo de 2011

La autodestrucción personal

Leo una cosa que escribí hace tiempo para una chica y de pronto es como estar viviéndolo todo de nuevo. Yo quería esto, pienso. Yo quería esto y nunca pudo ser. Y se apodera de mí una angustia tal que acabo derrumbándome y lloro como si se me hubiera muerto alguien (algo se me ha muerto, eso sí). Estando así, de repente pienso: vamos a ver, la idea era que lloraran ellas, no tú. Y empiezo a reírme. Y lloro y río y me digo que sin duda es esto la locura.

martes, 1 de marzo de 2011

El anhelo

Me gustaba tanto pensar en ti como una posibilidad.