martes, 30 de noviembre de 2010

Flechazos

Me enamoré de ti porque nadie dice «fóllame» mejor que tú.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Vodevil

—No hay sitio en este silencio para los dos.
—¿Por qué no?
—¿Lo ves? Acabas de hablar.
—Tú lo has hecho antes.
—No seas rencoroso.
—Oye, eres cruel e injusta.
—Soy mujer, no es culpa mía.
—Excusas.
—¿Pero no me quieres?
—Sí, pero porque soy hombre, no es por elección.
—Bueno. Pero somos felices.
—¿Lo somos?
—Sí. A mi manera.
—Ah.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Los problemas del humor

Esto de estar deprimido viene fatal para escribir humor, porque al releer lo escrito no sabes si es que no tiene gracia o si simplemente no te ríes porque estás deprimido.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Una declaración de amor

—Oye, tengo que decirte algo.
—Dime.
—Me gusta verte, pero se me hace muy duro.
—¿El pene?
—¿Qué?
—Que si lo que se te hace muy duro es el pene. Al verme.
—No, no es eso.
—¿Entonces no se te pone duro? ¿No te excito?
—Sí me excitas, joder, pero no me refiero a eso. Te estoy hablando de amor.
—Ah, ¿pero tú crees en esas cosas?
—Claro. Estoy enamorado de ti. Y no te tengo. Por eso se me hace tan duro verte.
—¿De verdad no me estás hablando de tu pene?
—Te estoy hablando de una presión en el pecho que no me deja ni respirar.
—Una presión en la entrepierna, será.
—Te estoy diciendo que te quiero.
—¿Pero quieres follarme o no?
—Eh, claro, sí que quiero.
—¿Entonces? ¿Por qué no hablas de forma clara? ¿Qué es todo eso del amor y las presiones en el pecho? No me hables de entelequias e imponderables. Dime algo que pueda entender, algo que podamos compartir. ¿Qué puedo contestar yo a una declaración de amor? Eso es algo personal, algo íntimo que sientes tú, pero que de ninguna manera puedes transmitirme. Nadie puede entender el amor de otra persona. Pero dime que quieres arrancarme el vestido y reventarme a pollazos. Dime que quieres ponerme a cuatro patas y clavármela de un golpe. Dime que no vas a dejarme dormir en toda la noche, que vas a follarme hasta que salga el sol. Eso puedo entenderlo, eso puedo imaginarlo.
—Pero yo…
—Por favor, calla ya. Y fóllame.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Ante la nada

Últimamente le tengo aversión a la página en blanco, así que voy postergando el enfrentamiento con ella. Y sé por qué le tengo aversión: porque pelearse con ella no soluciona nada. Antes tampoco lo solucionaba, pero creía que sí. Pensaba que era una forma de enmendar la vida. Un rato. Un trozo de la vida. No sé, quizá no se pueda explicar de forma adecuada, pero digamos que era una sensación que funcionaba.

jueves, 25 de noviembre de 2010

En este momento

En este momento puedo decir que me he vuelto loco. Bueno, eso puedo decirlo en cualquier momento, pero ahora sería verdad. O puede que no. No sé, esto de la locura es algo muy confuso y nunca sabes qué pensar.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El amor en los tiempos de internet (3)

—¿Qué llevas puesto?
—Una camiseta rosa y un pantalón corto verde.
—Ajá.
—La verdad es que estos colores no combinan mucho.
—Pues desnúdate.

martes, 23 de noviembre de 2010

Recuerdos

Y recordar se parece a estar vivo, pero es mejor, porque puedes añadir notas a pie de página en las que de alguna manera te justificas. O bien en ellas desmientes el recuerdo. O directamente aprovechas para contar algo que no tiene nada que ver con el asunto.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Un momento perfecto

Ah, pues es verdad que es una laguna, dice ella cuando por fin llegamos. Pues claro, ya te dije que no era un estanque, contesto yo. Y nos sentamos en los escalones de madera para poder admirar el paisaje, aunque yo estoy más pendiente de ella, que esto ya lo tengo muy visto. Ella, que lleva poca ropa porque hace bastante calor (acaba de empezar septiembre), se sienta en mi regazo. Yo la beso y pienso en que podríamos follar ahí, pero no sólo hay patos en la laguna, también hay alrededor de ésta algunas familias que podrían no tomarse bien un espectáculo porno. Y el sol va bajando en el cielo, se va oscureciendo el lugar y se nos va acabando la cerveza. Y ella me habla de ir juntos a Santander o a Perú, que son sus lugares preferidos en el mundo. Y es un momento perfecto, pienso, pero sé que en realidad esto no significa nada, pues los momentos perfectos sólo sirven para guardarlos en el recuerdo, no para el futuro.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La costumbre

Lo cierto es que ya no quiero conocer a nadie. No quiero volver a contar la misma anécdota. No. Ya la he contado muchas veces. Ya no la voy a contar mejor que aquella vez. O quizá sí, pero me aburre. Ya conozco muy bien mi vida, estoy harto de escucharla. Es agotador demostrar por enésima vez que soy un tipo genial. Háblame de ti. O mejor follemos directamente y conozcámonos luego, que ya habrá tiempo para que nos aburramos el uno del otro.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Salvoconductos

Un paso fronterizo para entrar en el recuerdo. Un soldado. Un turista.
SOLDADO: Alto, ¿se puede saber adónde va?
TURISTA: Quería visitar el país.
SOLDADO: ¿Tiene salvoconducto?
TURISTA: ¿Vale uno falso?
SOLDADO: Si es bueno, sí.
TURISTA: Échele un vistazo, me ha costado bastante.
SOLDADO: Es de buena calidad, lo ha hecho un experto falsificador, sin duda.
TURISTA: Ya le digo, me ha costado tres meses de sueldo.
SOLDADO: Pues le vale para estar tres días en el recuerdo.
TURISTA: No es mucho.
SOLDADO: ¿Viene por negocios o por placer?
TURISTA: Por placer. Para encontrarme con una mujer que he olvidado.
SOLDADO: ¿Es guapa?
TURISTA: No me acuerdo, pero espero que sí, para que valga la pena el esfuerzo.
SOLDADO: Bueno, siempre puede aprovechar para ver a los amigos de la infancia.
TURISTA: Eran todos unos cabrones. Mi infancia fue un infierno.
SOLDADO: Todos decimos lo mismo, pero no es verdad. Se era tan feliz de niño. Todo era un juego. No como ahora, que me paso el día en la garita, vigilando que no entre nadie ilegalmente para recordar.
TURISTA: ¿Vienen muchos?
SOLDADO: Demasiados. Y con las excusas más estúpidas. «Déjeme pasar un rato, que me he dejado algo en el recuerdo». Claro, claro. «Sólo voy a pasar a saludar, enseguida vuelvo». ¿Es que acaso tengo cara de tonto?
TURISTA: Claro que no, tiene usted una mirada despierta.
SOLDADO: No me haga la pelota, que ya le he dicho que puede pasar.
TURISTA: Ah, perdone. La costumbre.
SOLDADO: Tres días, ni uno más. No vaya a decir luego que se le olvidó, que la policía secreta no tiene sentido del humor.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Ante la tiranía

Me gusta eso que dices de que el olvido es un golpe de estado al individuo, aunque podría contestarte, únicamente por joder, que el olvido es sólo un golpe de estado a la memoria. Y que la memoria es una dictadura, así que el olvido es una revolución. Una revolución íntima y silenciosa.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Dimes y diretes

Después de una noche de amor. Nos levantamos tarde y almorzamos aún más tarde, como si la vida no nos esperase. De pronto, dice ella:
—Recuerdo que la noche en la que nos conocimos hubo un momento en el que tú y yo estábamos hablando... y no me acuerdo de lo que te dije, pero me miraste como si hubiera sido una tontería muy grande, giraste la cabeza y te pusiste a hablar con mi prima.
—¿Yo hice eso? —le pregunto.
—Sí —y se ríe.
Y por eso hay que tratar mal a las mujeres, niños.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Capítulo 2240

Te diré que no entiendo ni la mitad de las tradiciones. No son lo mío, no veo qué tienen de importante o especial, no respeto ninguna. Salvo la de pensar en ti, claro, que es una tradición que sigo de manera natural, sin pretenderlo, como si la llevara escrita en los genes.

martes, 16 de noviembre de 2010

Ante el recuerdo

Llamaron a la puerta. Era una señora vestida de negro que se presentó como el recuerdo. Un recuerdo triste, me dije enseguida. Un recuerdo de luto. La dejé pasar, que estaba siendo una tarde muy aburrida. Se sentó en el sofá y sacó un pañuelo con el que empezó a secarse las lágrimas. Me preguntó por mis planes de pasado. Me encogí de hombros. Me preguntó luego si ya no pensaba en ella. Me encogí de hombros. Me preguntó entonces si es que no sabía hacer nada más que encogerme de hombros. Yo, en un alarde de originalidad, me encogí de hombros. Ella respondió a esto lanzándome una mirada fulminante y llamándome nihilista. Ahora tendrías que estar haciendo algo de provecho, dijo, como escribir tus memorias. Yo le contesté que estaba esperando a tener Alzheimer, pues así tendría menos que escribir y sería una tarea más cómoda.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Revisionismo

Pensándolo bien, querida, si recuerdo a la perfección la lencería que llevabas en cada uno de nuestros encuentros tiene que ser porque hemos follado muy pocas veces.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La infinitud

El soldado entra en su casa, que en realidad es un decorado. Su mujer, que en realidad es una actriz, le besa con pasión. Él le toca el culo, aunque en realidad no estaba en el guión. El tramoyista, que en realidad es el novio de la actriz, en venganza ilumina mal al soldado a partir de este momento.
SOLDADO: Cariño, traigo un hambre atroz.
Abre el macuto, saca el hambre y la deposita en la mesa.
MUJER: ¿Qué demonios es esto?
SOLDADO: Un hambre atroz.
El hambre lanza dentelladas a diestro y siniestro. La mujer, temerosa, se aparta de la mesa.
MUJER: Enseguida traigo algo de comer.
El soldado, en una demostración gratuita de los hábitos machistas, se repantiga en una silla mientras su mujer se afana en la cocina. Fuma tres cigarrillos en cada mano. Pone las botas embarradas sobre la mesa (pero lejos del hambre, que sigue mordiendo el aire). Canta a eructos la Marsellesa. Por fin, antes de que el público abandone la sala, viene la mujer con una olla, que pone ante él.
SOLDADO: ¿Qué es?
MUJER: Es un estofado infinito, como en los cuentos.
SOLDADO: Eso no puede ser, va contra las leyes de la física.
MUJER: Te equivocas. La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. En este caso, se transforma en estofado.
SOLDADO: Eso es una tontería.
MUJER: Calla y come.
El soldado come a dos carrillos. El hambre va encogiéndose cada vez más en la mesa, boqueando con dificultad, hasta desaparecer cuando el soldado queda saciado.
SOLDADO: Mujer, es increíble: sigue habiendo la misma cantidad de estofado. Es un milagro.
MUJER: No, es pura física.
Por un agujero en el espacio-tiempo, entra un funcionario.
FUNCIONARIO: Buenas tardes. ¿Qué contiene esa olla?
SOLDADO: Estofado.
MUJER: Nada.
FUNCIONARIO: ¿En qué quedamos? ¿Estofado o nada? Tiene que ser una cosa u otra. A no ser que se trate de un delicioso estofado de nada, como el que preparaba mi difunta madre.
MUJER: Qué miedo.
FUNCIONARIO: Lo preparaba antes de ser difunta.
MUJER: Ah.
FUNCIONARIO: No intenten liarme. ¿Qué hay en la olla?
SOLDADO: Es un delicioso estofado. Mire.
FUNCIONARIO: Ya veo. No será un estofado infinito, ¿verdad?
MUJER: Por supuesto que no; somos gente sencilla.
FUNCIONARIO: Eso está bien. Porque saben ustedes que está prohibido usar alimentos infinitos, ¿no? Sólo está permitido en los cuentos.
SOLDADO: No conocemos las leyes, pero las obedecemos.
FUNCIONARIO: Bien. Supongo entonces que no les importará que pruebe el estofado. Sólo para cerciorarme.
El soldado y su mujer se miran, nerviosos.
SOLDADO: Claro, siéntese, está usted en su casa.
El funcionario se sienta a la mesa, saca una cuchara del bolsillo y prueba el estofado. De pronto, se le ilumina el rostro (mérito del tramoyista).
FUNCIONARIO: Sabe... sabe a infinito.
Se levanta y vuelca la olla, vertiendo su contenido en el suelo. Como se trata de un estofado infinito, pronto la habitación se llena de caldo, patatas, carne, verduras. Los personajes desaparecen para siempre en el estofado, pero antes se escucha de nuevo la voz ominosa del funcionario.
FUNCIONARIO: Esto es un uso ilegal de la ficción.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Ante el amor

No voy a decir las palabras malditas. No voy a decir que te quiero. No es conveniente. Pero creo que eres la chica más bonita del mundo y que la vida vale la pena porque tú te estás paseando por ella con aire distraído, deteniéndote sólo para mirarte en los escaparates (lo que explica que tardes tanto en llegar a los sitios).

viernes, 12 de noviembre de 2010

Ante el espejo

Leo cosas que escribí en el pasado y me descubro de nuevo. Qué bueno es este tipo, me digo. Y enseguida sé que no puedo igualarme. Mi antiguo yo es mejor. Es más joven y, por lo tanto, más ingenuo. Cree en cosas de las que yo me río. Que el esfuerzo tiene recompensa. Que van a reconocer sus méritos. Que la felicidad es posible. Qué idiota. Una energía envidiable, una prosa cojonuda, pero qué poco sabe de la vida.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Rabia

Estoy lleno de odio, lo que es un problema. En los noventa era todo más fácil, que estábamos llenos de desesperación adolescente, algo mucho más manejable y que además estaba de moda entonces. El instinto homicida, por el contrario, nunca ha estado bien visto (salvo, quizá, en los años treinta).

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Noviembre (2)

Las chicas van muy tapadas, es normal que haya más suicidios en esta época del año. Y todavía no ha llegado el invierno.

martes, 9 de noviembre de 2010

Noviembre

Es noviembre y el cielo está gris y pixelado. O eso o me falla la vista, que también podría ser. Estoy aquí para decir que tuve un accidente. No hubo daños personales, pero sí materiales: perdí cosas escritas y por escribir. No recuerdo casi nada. Supongo que es mejor así. Soy un señor zen en las afueras del desierto. El desierto de tu amor, que suena a canción pop. Me gustaría decir que esto —perderlo todo— me ha enseñado a ser mejor persona, pero sería mentir. No he aprendido nada. Las lecciones vitales me las invento sobre la marcha, como siempre, pero yo también sé que son mentira.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Nota para mis plagiarios

Mis textos no os van a servir para follar. Creedme, lo sé bien.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Ray Bradbury

Estoy sentado en el tren junto a una anciana inglesa que es clavada a Ray Bradbury. Si no fuera porque lleva falda y lee una novela barata de amoríos, pensaría que es él. Aunque podría ir de incógnito, se me ocurre de pronto. Quizá está documentándose para su próxima novela, que irá de extraterrestres que invaden la Tierra adoptando el aspecto de autores de ciencia ficción que se visten de mujer y leen novelas rosas en el transporte público. Pero qué tontería, me digo de pronto, si Ray Bradbury tiene noventa años; seguro que ya no escribe nada más.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Gente desconocida

Ayer tenía una llamada perdida en el móvil. El número era de un teléfono fijo, de Burgos. A quién conozco yo en Burgos, pensé, pero no se me ocurría nadie. Igual un amigo está de viaje y en Burgos se ha acordado de mí, me dije. Pero quién. Y por qué se acordaba de mí en Burgos. Qué había en Burgos que hacía pensar en mí. «En las calles oscuras y terribles de Burgos me acordé de ti». Aunque vete a saber cómo son las calles de Burgos, pues nunca he estado. Luego empecé a fantasear con que había sido una atractiva burgalesa que se dedicaba a llamar a números aleatorios en busca del amor. Bueno, amor u oferta equivalente. Y yo no había contestado. Había dejado pasar esa oportunidad. Esa oportunidad que ya no volvería, puesto que la chica luego habría llamado al siguiente número aleatorio. Ya no pasearía por las calles oscuras y terribles de Burgos junto a ella. Ya no sería yo el elegido. Pensé en llamar al número que aparecía en la pantalla del móvil y salir de dudas, pero me dio miedo que al final todo fuera más vulgar que lo imaginado, así que lo dejé estar.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Y el tocomocho sentimental

—Era una chica tan guapa, ¿sabes? Pero tenía una costumbre muy molesta.
—¿Cuál?
—Siempre se enamoraba de cualquiera que no fuera yo.
—Vaya, yo conocí a otra que hacía lo mismo.
—¿No enamorarse de mí?
—No, de ti se habría enamorado, seguro, pero por joderme a mí.
—Ah, si me la hubieras presentado...
—Ya.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Por estas cosas no me contratan

FORMULARIO A RELLENAR POR EL ASPIRANTE

Capacidades y competencias sociales: Mis habilidades sociales, como las de Atila, son recordadas durante generaciones.

Capacidades y competencias organizativas: Me rijo por las leyes matemáticas e inmutables del Universo.

Capacidades y competencias técnicas: Como todo chaval que creció viendo MacGyver y El Equipo A, tengo una gran facilidad para adaptarme al medio o adaptar el medio a mí.

Capacidades y competencias informáticas: Partí de un Spectrum y desde entonces sólo he ascendido.

Capacidades y competencias artísticas: «Oye, nena, yo soy un artista», que cantaban los Siniestro Total. Años de experiencia en el uso de la coma de Oscar Wilde.

Otras capacidades y competencias: Todas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Me acuerdo

Me acuerdo de un San Valentín en el que una intensa lluvia nos pilló a Alba y a mí sin paraguas. Llegamos empapados a su casa, nos quitamos la ropa y nos metimos en la cama. A lo nuestro le quedaba poco más de un mes.

Me acuerdo de estar en la biblioteca de la Universidad de Castellón, leyendo mientras esperaba a que Babeth saliera del trabajo. Y las horas se me hacían eternas.

Me acuerdo de María hablando medio dormida por la mañana y no recordando luego lo dicho. Y acusándome, entre risas, de inventarlo todo.

Me acuerdo de una noche con Susana en la playa, con gaviotas amenazantes. Y un desayuno al día siguiente con el estruendo de cazas de combate sobre nuestras cabezas.

Me acuerdo de cosas así de vez en cuando, no sé muy bien por qué.

martes, 2 de noviembre de 2010

Recaer

De pronto te imagino de espaldas, levantándote la falda. Y sé que me voy a enamorar como si fuera la primera vez. O la última, no lo tengo claro.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Las horas perdidas

Y me acuerdo de algo que había decidido olvidar, pero es que al final el recuerdo siempre se impone, sobre todo si es un recuerdo que puede derribar el precario equilibrio que uno se había dedicado a construir cuidadosamente. Y ya es imposible dormir.