lunes, 2 de agosto de 2010

Hablar del tiempo

Me apetece hablar del tiempo.
Del tiempo meteorológico o del paso de las horas, me es igual. Ambos temas me resultan ahora mismo interesantes, aunque no pueda hablar con nadie en este oscuro rincón en el que me oculto de las miradas de las personas de la cafetería. Quizá ni siquiera me habrían servido la taza que con dificultad me llevo a mi inexistente boca si supieran que soy un traje sin persona dentro. Un traje de excelente calidad, eso sí; lo que se llevará este otoño, como indica la etiqueta que pende todavía de mi manga izquierda. Y no es sencillo levantar una taza cuando no se dispone de manos, por si se lo están preguntando: hay que juntar ambas mangas y atenazar a la taza dentro. Y es verdad que sólo inclino la taza hasta cierto punto, para simular beber, pues como ya he dicho no tengo boca y no quiero mancharme con el café.
Si me oculto aquí es porque me he escapado de la tienda. He aprovechado un descuido del dependiente, que hablaba por teléfono con su mujer. Creo que su mujer está embarazada o quiere tener hijos o algo así, no he prestado apenas atención. Yo lo que hacía era mirar la calle. La calle, que en ese momento estaba vacía. Pero había sol y pájaros y árboles y cielo. En la tienda no hay nada de eso. Sin pensármelo mucho, me he visto en la calle, pero entonces me ha entrado miedo. ¿Qué hace un traje paseándose vacío?, he pensado. Quizá vaya contra las leyes de este país, quizá haya normas estrictas sobre los trajes sin persona. Así que me he apresurado a meterme en esta cafetería, que desde el exterior parecía tan pobremente iluminada como ha resultado ser.
Y ahora hago tiempo, que es todo lo que puedo hacer con él. Me planteo qué hacer con mi vida, ahora que soy un prófugo. Podría buscar un empleo honrado, ganar dinero y volver a la tienda a pagar lo que piden por mí. Tal vez entonces sería un traje libre, un ciudadano de pleno derecho. Es difícil saberlo. Por ahora, me oculto en este rincón y simulo ser un traje con persona dentro. Hago como que bebo, observo a la gente y escucho sus conversaciones. Es todo tan interesante. Me gustaría sentarme con alguno de ellos y preguntarle, por ejemplo, cuándo llega el otoño.

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