sábado, 31 de julio de 2010

Guerras interminables

Sale de la ducha, tapada con una toalla. Me grita. Me dice que por qué he hecho eso. Me explico. No sirve de nada. Se abalanza sobre mí y mete la mano en uno de mis bolsillos, pero se encuentra con la cartera. Lo que busca es el teléfono móvil. Intenta ahora alcanzar el otro bolsillo, pero ya estoy preparado. Me muerde en la mano. Con todo el ajetreo, se le sale una teta de la toalla, pero no estoy para prestar atención. Me levanto y le digo que no tengo tiempo para sus locuras. Me marcho. Me pierdo en el edificio (sospecho que fue diseñado por un esquizofrénico). Opto por meterme en el ascensor. Me llega entonces un mensaje suyo al móvil, pidiéndome que vuelva. Hoy necesito un sitio donde esconderme de un mal mayor. Vuelvo a su puerta y llamo.

viernes, 30 de julio de 2010

Felaciones

—Me siento poderosa con tu polla en la mano, como si tuviera una pistola.
—Una porra.
—No, que dispara. Sobre todo cuando la tengo en la boca. Es como una metáfora del suicidio.
—Sí, pero en este caso la pequeña muerte la tengo yo.
—Oye, ¿Hitler se pegó el tiro en la boca o en la sien?
—Creo que en la sien.
—Qué pena. Se me había ocurrido: «la felación como símbolo de la caída del nazismo».
—Suena a título de conferencia.
—No, para eso bastaría con «Las habilidades orales», que hay que disimular. O «Recuerdos de una felatriz», si fuera una obra de teatro.
—De una felactriz, y podría ir sobre la vida de Marilyn Monroe.
—Ay, ya estamos con el mito, con la rubia.
—Los caballeros las prefieren rubias, dicen.
—Pensaba que tú las preferías pelirrojas.
—Yo no soy un caballero.

jueves, 29 de julio de 2010

La facilidad de la felicidad

Si usted también quiere ser feliz, no se preocupe: es fácil. Ha de saber tan sólo que en la vida hay cuatro situaciones, en orden descendente de satisfacción:
1 - Creer que todo es verdad y tenerlo.
2 - Creer que todo es mentira y tenerlo.
3 - Creer que todo es mentira y no tenerlo.
4 - Creer que todo es verdad y no tenerlo.
Que son estados naturales, pero no inmutables. Se puede pasar de uno a otro, no es ninguna quimera. Todo depende de la cantidad de droga en el cuerpo.

miércoles, 28 de julio de 2010

A una fumadora

Dejar de verte le vino bien a mis pulmones, pero a mi corazón no tanto.

martes, 27 de julio de 2010

El verano

En coche con Adriana. Yendo a Málaga a mirar libros, aunque siempre ignora mis recomendaciones. Atravesando esta calurosa tarde (¿puede ser caluroso el tráfico?). Yo en realidad había quedado para jugar al fútbol con mis amigos, pero siempre me dejo enredar por las mujeres. La miro. Conduce con mucha más seguridad que la última vez. Trato de no distraerla, que morir en un accidente de tráfico no me parece la mejor manera de pasar el verano. Otro verano en el que volverse loco. Ahora que ya no escribo. Pasa un coche. Luego, pasa otro. Y así hasta el infinito, que uno ya no juega a contarlos como cuando era niño. Porque a los tíos sólo os interesa el sexo, va diciendo Adriana, como si esto fuera una serie mala de televisión. Bueno, tú eres distinto, añade enseguida, como si creyera que me ha molestado. Yo la miro con cierta incredulidad y rectifica: vale, no, pero veo que tú a veces te enamoras. Y qué gran idea es ésa, contesto yo. Luego me pregunto qué me interesa a mí de verdad. Me interesan los muslos de Babeth, es lo que se me ocurre ahora. Y hay un cartel junto a la carretera que me está diciendo algo, pero no le presto atención. Seguro que quiere mi felicidad, pero no le presto atención. Sólo me pide unos segundos de mi tiempo, de mi tiempo que se escapa en el interior de este coche, pero no le presto atención. No me interesa, pienso. Tampoco me interesan las playas, el sol en lo alto, la música que suena ahora. No sé.

lunes, 26 de julio de 2010

El lunar

(Esto lo escribí para Pezespada)

—No sabes lo que he echado de menos este lunar —digo besando el que tiene junto al pezón—. No le he hablado de él a nadie, para que sea algo que sólo sé yo. Bueno, y las hordas de hombres con que has estado, claro.
—¿Cómo que hordas de hombres? —se queja ella—. Eso suena fatal.
Yo me río y admiro su espléndida desnudez. Me gusta tanto esta chica. No sólo por su cuerpo perfecto, es que además tomarle el pelo es una delicia. Es la segunda cosa que más me gusta hacer en la vida.
La primera, por supuesto, es acostarme con ella.

domingo, 25 de julio de 2010

Confesión

Las otras sólo son metadona.

sábado, 24 de julio de 2010

Bebés perfectamente etiquetados

En la fábrica de bebés, donde a diario se producen de todos los tamaños, tipos y colores (y quizá también sabores, pero no nos atrevemos a preguntar). Llévese un bebé recién terminado, con ese característico olor a nuevo (también puede usted adquirir un ambientador si no está conforme con esto). Algunos modelos se hacen todavía de un modo artesanal y por lo tanto el parto dura más que en los nacimientos en cadena: hasta veinte horas, en algunos casos. Incluso más. Pero el resultado merece la pena, afirman todos con aire satisfecho cuando ven aparecer al bebé en brazos de la enfermera.

viernes, 23 de julio de 2010

Telegrama

Por lo que a mí respecta, os podéis quedar con el mundo. Podéis jugar con él o bien quemarlo. En cualquier caso, no me llaméis.

jueves, 22 de julio de 2010

Una ventana al mundo

Abrí una ventana al mundo, pero la cerré porque me aburría.

miércoles, 21 de julio de 2010

Alles ist hin

—Parece que es verdad —dice él.
—¿El qué? —dice ella levantando la vista del plato.
—Que te quiero.
—Ah.
—Y mira que me pesa.
—No exageres. ¿Y qué vas a hacer?
—No sé. Supongo que nada. Todo está perdido. Alles ist hin, que diría yo si fuera un personaje de Kundera.
—Eso lo suele hacer el mismo Kundera, no sus personajes.
—¿Seguro?
—Sí. Interviene para soltar alguna frase pedante en alemán o bien dice cosas como: «veo de pronto a Clara cuando era niña y jugaba al escondite con su hermana; todavía siguen jugando, pero ahora se esconden de los hombres, que nunca las encontrarán aunque ellos crean que sí».
—Es verdad, me molesta cuando hace eso. Es un narrador metomentodo.
Y así, mientras la tarde se va apagando lentamente, ya no hablan más de amor, sino del autor checo. Los veo sentados junto a la ventana, discutiendo de literatura, habiendo olvidado ya lo importante. Y los recuerdo hace diez años, cuando la vida estaba llena de las promesas que me inventé para ellos. Sic transit gloria mundi, aunque sea latín y no alemán.

martes, 20 de julio de 2010

Un punto en el espacio

Me quedo de pronto abstraído mirando el techo del cuarto de baño, mientras lejos suena Moonshiner, de Cat Power. Ese punto en el espacio soy yo, pienso. Es el planeta Tierra orbitando en la inmensidad de la galaxia. Bueno, en el techo del cuarto de baño. Y no soy yo, claro, yo soy sólo uno más entre los seis mil millones y pico de seres que se agolpan en él persiguiendo vete a saber qué. El amor, quizá, aunque sea un engaño. Yo lo sé bien, que me dedicaba a escribirlo por las noches. Con letra Courier, como los modernos. Y todo para qué. Para nada. Para que todo esto siga siendo arbitrario. Y yo aquí mirando el techo. Como si estuviera loco y contemplara ahora mismo el universo entero. Y qué sucio está el universo del cuarto de baño.

lunes, 19 de julio de 2010

Porno

—Hoy he visto un bukkake.
Yo estoy junto a la ventana cuando me dice esto. Mirando las piscinas que hay ahí abajo, en este entorno setentero de Torremolinos.
—¿A ti te gustan los bukkakes? —me pregunta.
—No sé, no he participado en ninguno —contesto mientras pasa el gato por la puerta.
—¿Y verlos?
—No especialmente.
El gato vuelve a pasar. Tiene una mancha negra en el hocico, como si fuera un medio bigote de Groucho Marx. Durante un breve momento nos mira, quizá pensando si merece la pena nuestra conversación.
—¿Por qué no? —insiste ella.
—No sé. Demasiadas pollas, supongo.
Hace tanto calor. Abajo, un hombre chapotea en una piscina como si se fuera a ahogar. También se ve el mar desde aquí. Hay barcos en el mar, aunque pensarlo así sea un poco tonto.
—Al final, la chica se tragaba todo lo que había ido recogiendo en una copa.
El gato parece asentir a esto.

domingo, 18 de julio de 2010

Cosas intransmisibles

Este momento, por ejemplo.

sábado, 17 de julio de 2010

Un hombre ebrio

Las cuatro de la mañana, una brisa viene del mar. Se está muy bien en la calle. Una cucaracha de tamaño familiar cruza la carretera, como si viniera a pedirme fuego o a preguntarme la hora. Yo no me quedo a esperarla en la acera y sigo mi camino, que a estas horas no tengo muy claro cuál es.

viernes, 16 de julio de 2010

Una chica

Con diecinueve años, me enamoré de una chica que sólo sabía complicarme la vida. Pero la quise porque nadie me la complicaba mejor que ella.

jueves, 15 de julio de 2010

Castigo y crimen

Taburete pasea por Doquier, su pueblo natal. Es taxidermista, sobre todo por las tardes, pues es de natural perezoso y siempre se le acumula el trabajo. Su distraído paseo se ve de pronto interrumpido por la aparición de Escarlatina, su casera, que surge de detrás de una esquina afilada. La casera está furiosa y le exige el pago del alquiler. Él alega desconocimiento del idioma, pero Escarlatina sabe que Taburete no es extranjero, puesto que lo había visto por el pueblo cuando era niño.
—Comprenda mi situación, señora Escarlatina —aduce finalmente Taburete—; la taxidermia está demodé. Nadie quiere disecar a sus animales. Y prefieren enterrar a sus familiares. O incinerarlos. Ya no hay romanticismo.
—Señorita —se limita a decir Escarlatina con sonrisa que pretende ser coqueta.
Taburete traga saliva. ¿Vale la pena seducir a la vieja bruja para no pagar el alquiler? ¿No es un precio demasiado elevado? Al fin y al cabo, no vive en un palacio.
—Las hortensias, por otra parte, están preciosas en esta época del año —dice para cambiar de tema.
—¿Cómo sabías que mi segundo nombre es Hortensia? Estás hecho un truhán, Taburete —contesta la casera rompiendo a reír. Y su risa es como los lamentos de gatos agonizantes.
Taburete empieza a sudar de forma copiosa y sonríe como el que sonríe ante un pelotón de fusilamiento. Al menos la vieja ya no piensa en el alquiler, se dice para consolarse (la taxidermia le ha enseñado a ver la vida con optimismo).
—Oye, qué mala cara, ¿tienes fiebre? —dice Escarlatina alargando la mano para tocarle la frente, pero Taburete se aparta con rapidez, como si temiera que la vieja le contagie la muerte.
—No, no, estoy bien, me habrá sentado mal algo que he comido.
—Tú lo que necesitas es una buena mujer que te cuide.
—Me gusta la soledad.
—Una mujer que tenga un buen capital y así tengas sólo que preocuparte de tu arte. Porque la taxidermia es una forma de escultura, ¿no?
—Yo me considero un simple artesano.
—Tonterías. Un sobrino mío tiene una mofeta que le disecaste y es una figura muy estética.
—No sé qué decirle, Escarlatina. A lo sumo, la taxidermia sería un arte de lo estático, más que de lo estético.
—Que no, tú eres un artista, hazme caso. Por eso no me pagas el alquiler. Los artistas sois así. Menos mal que estoy aquí para ocuparme de poner algo de orden en tu vida disoluta. Vamos, ven conmigo, te voy a preparar un caldo.
—Tengo cosas que hacer —murmura Taburete.
—Nada bueno, seguro: estar en bares hasta altas horas de la noche; reunirte con tus amigos taxidermistas; relacionarte con mujerzuelas; llevar una mala vida, en definitiva. Y tú necesitas descansar, que parece que te vayas a desmayar.
—Pero yo...
—Pero nada. Yo tengo mucho que ofrecerte, ¿sabes?
—Sí, tiene una piel muy disecable —murmura él, pero ella no le oye.

miércoles, 14 de julio de 2010

El beso

—¿No te parece precioso el beso de Casillas?
—Sí, pero es que él es millonario y famoso y se puede permitir ser romántico.

martes, 13 de julio de 2010

Un momento de debilidad

Y qué larga es la noche, aunque sea una noche de victoria, cuando es sin ti.

lunes, 12 de julio de 2010

El mundo

Así que ya somos campeones del mundo y hordas eufóricas toman la ciudad. Ha caído el dragón. La bruja ha muerto. Ya somos libres. Algo así, no sé, pero sienta muy bien, lo cual es una excelente novedad.

domingo, 11 de julio de 2010

Hablar del tiempo

—Señorita, llevo un rato mirándola y ya no puedo más: tengo unas preposiciones deshonestas.
—Serán «proposiciones».
—No, no, son preposiciones. Estaba ahora pensando en tener su cuerpo bajo el mío, en follarla contra la pared, en estar entre sus piernas durante horas. Cosas así.
—¿Le parece bonito abordar a las desconocidas de esta forma?
—No es culpa mía: mi corazón está lleno de barro.
—Sí, ha llovido mucho este año.
—Eso es. Y yo sigo calado hasta los huesos.
—Pobrecito. Suerte tiene de que sea una buena samaritana. ¿Por qué no viene a mi casa a calentarse un rato?
—¿Sólo un rato?
—O dos.

sábado, 10 de julio de 2010

La tormenta

Primer plano de la chica. Desde lo alto de su nariz, veinte años de pecas nos contemplan. Está enfadada. Muy enfadada. Sus ojos brillan verdes de envidia. O quizá es que son verdes a secas. Será eso.
Primer plano del hombre. El hombre sonríe. Como si se dedicara a ello profesionalmente. Es decir, como si le pagaran por ello, que resulta que es el caso, pues se trata de un actor. El actor sonríe de una forma un tanto bobalicona, como si hubiera hecho una gracia que desconocemos. O simplemente como si fuera idiota.
La chica insulta al hombre. Improvisa graves insultos. Plano de la taza de café. El café no sonríe ni dice nada. Permanece negro y líquido. Sin embargo, vemos la superficie del café mientras resuenan los insultos de la chica. Una retahíla de improperios y una negrura insondable. Como si fuera una metáfora de algo importante, pero sólo es una taza de café.
La chica toma aire. Suena una canción de Buddy Holly, pero como si viniera de muy lejos.

viernes, 9 de julio de 2010

A media voz

No, no se lo digo a nadie, pero recuerdo muchas veces esa noche de enero, cuando te metiste en la cama y las manos te olían a naranjas (a verano, quizá).

jueves, 8 de julio de 2010

Y yo recuerdo que la vida era esto

Y yo recuerdo que la vida era esto. Este despertar a tu lado. Este lento paso del tiempo, que de pronto es un aliado. Esta alegría tan poco precavida. Estos días dedicados a nosotros.

miércoles, 7 de julio de 2010

Las malaventuras

Volvería a casa paseando junto al río, pero no hay río, aunque sería un buen recurso literario. Volvería, si pudiera, en tren y observaría el paisaje apocalíptico que separa la ciudad de los pueblos, pero no hay trenes por la noche. Trenes que desaparecen en la noche (o algo así). Volvería, quizá, caminando junto a la costa, contando los guijarros del suelo como si fueran estrellas en el cielo o contando los guijarros del cielo como si fueran estrellas en el suelo o qué sé yo. Y me cruzaría con personas cansadas que me mirarían con desconfianza de siglos. Y yo iría pensando en arrojar una nueva botella al mar, aunque no tengo claro si importa que lleve mensaje o no.

martes, 6 de julio de 2010

Morir

—Me da miedo morirme de pronto, con cara de tonta, dejando algo importante por hacer. Lo ideal sería estar sobre aviso, dejarlo todo dispuesto con antelación, peinarse, ponerse guapa, elegir una ropa favorecedora y, finalmente, morirse porque no queda otro remedio.

lunes, 5 de julio de 2010

Sólo recitar las páginas adecuadas

Una noche de tantas sin dormir. Hay unos cuantos libros abiertos por la habitación. Para que me recuerden algo, creo. O a modo de conjuro, no lo sé. Y hay el deseo de ser escuchado, de ser entendido, de ser encontrado. Si yo supiera qué falla en mi cabeza. Si yo supiera qué falla en mi cabeza, la mandaría arreglar. Lo mismo con el corazón.

domingo, 4 de julio de 2010

Desparejas

—Esa chica de la que me has hablado tiene gustos parecidos a los míos. Voy a ver si puedo rondarla.
—No se te puede decir nada.
—Oye, que estoy de coña. Si me gustara de verdad, no te diría nada.
—Vaya, me dejas mucho más tranquila...

sábado, 3 de julio de 2010

El mensaje

Y en las afueras, junto a la carretera, un gran cartel que dice: «Llegas tarde para el futuro, chaval».

viernes, 2 de julio de 2010

Lecciones sexuales para los jóvenes samuráis

—¿Y si te follo contra la pared?
—Eso tiene que ser malo para la columna.
—Que esto no es el Partenón, sólo es ladrillo.
—Me refiero a la mía, a la vertebral.
—Ah. Pues sí que eres delicada.
—Me gusta el sexo con cariño.
—Podría follarte de cara a la pared, seguro que tu espalda sufre menos.
—¿Y aplastarme las tetas? Tú estás loco.
—Vale, vale. ¿Qué tal si apoyas el cuerpo en la mesa y te follo por detrás? Imagínate con la cara contra la madera, el vestido levantado y yo penetrándote con furia.
—Imposible. Viene mi madre mañana a comer y no podría sentarla a una mesa en la que me han follado como a una puta.
—Qué calamidad. Siempre hay alguna objeción al respecto.
—Lo siento. Ya sé que a ti te gustaría que todo fuera más espontáneo, pero tengo mis manías.
—Ya, pero es que así follarte es como rellenar un formulario.
—Eso es horrible. Acabas de chafarme las ganas.
—Se te veía de lo más ansiosa, sí.

jueves, 1 de julio de 2010

Las penitencias

—Perdóneme, padre, porque he pecado.
—¿Cuántas veces?
—No lo sé, no llevo la cuenta.
—Muy mal, hijo, hay que llevar una agenda para tales menesteres. Hay que ser concienzudo y meticuloso. Si no, sería como si pecaras de forma caprichosa, sin constancia, a la ligera. Hay que hacer bien las cosas o no hacerlas.
—Prometo enmendarme en el futuro, padre.
—Bien. Rézame un Beckenbauer y siete Zsa Zsa Gabor.