jueves, 6 de mayo de 2010

El perfecto anfitrión

Así que la muerte se ha instalado en la ciudad, en el hotel Excelsior, donde cada noche celebra una cena de gala a la que son invitadas las más altas personalidades, que acuden con el temor marcado en el rostro. «Qué hacer», se preguntó el señor embajador de Alemania antes de presentarse por primera vez, «enemistarse con la muerte no es la decisión más inteligente que se puede tomar en esta vida, pero compartir con ella cocochas parece también arriesgado». Sin embargo, los comensales reconocen que el trato es exquisito, que la muerte es un tipo encantador que trata a sus invitados con el donaire y cortesía que merece gente de tan alto copete. Siempre tiene palabras amables para todos: galanterías para las damas, parabienes para los caballeros.

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