domingo, 18 de abril de 2010

Literatura

—Tú me quieres por suicidio sentimental. Somos dos suicidas, al fin y al cabo.
—Qué bonito eso, a su manera. «Tú me quieres por suicidio sentimental».
—Vale, utilízalo, pero pónmelo a mí en la boca, que sólo sirvo como musa.
—Yo te pondría otras cosas en la boca, amor.
—Ya sabía yo...
—¿Verdad? Soy incorregible.
—Claro. Si te conozco: pervertido sentimental.
—Eh, qué bonito también eso. Hoy estás más poeta que musa.
—Vale, entonces me retiro de musa.
—«Pervertido sentimental». Voy a usarlo de seudónimo en algún concurso.

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