viernes, 9 de octubre de 2009

Una cita especial

El señor Jitler entra en un bar, pero no con la sana idea de emborracharse hasta perder el sentido, sino con la intención de encontrarse ahí con una mujer: la doctora Mendel, su terapeuta. Ella al principio se había mostrado reticente; consideraba que verse fuera de la consulta podía conducirles a encamarse y eso afectaría a la dinámica entre doctor y paciente. El sexo es el primer paso a la mentira, le dijo ella mirándole a los ojos, pero el señor Jitler se puso de rodillas y prometió decirle siempre la verdad. Añadió que moría por ella, que no tenía ojos para otras mujeres, que era la doctora de sus sueños lujuriosos. La doctora Mendel se conmovió ante tal declaración de desatinos y accedió finalmente a tomarse una copa. Una copa y nada más, pero él inmediatamente empezó a imaginarla desnuda y en posturas inverosímiles.
La doctora ya estaba allí, acodada en la barra con el aire de las mujeres misteriosas que leen a Jung antes de meterse en la cama. El señor Jitler le da dos besos, uno en cada mejilla, y pide una copa. Ella ya estaba bebiendo, lo que a él le parece una señal de desesperación, cosa que en ese momento encuentra encantadora.
—¿Puedo llamarte Marta? —dice él.
—Podrías, pero te recuerdo que me llamo Aurora —contesta ella.
—Pues a mí me gusta más Marta.
—Bueno, lo que sea más cómodo para ti.
—Marta, entonces.
—Vale.
—Hablemos de ti, que en la consulta siempre soy yo el que habla. ¿Piensas en el futuro?
—Lo normal, supongo. Me gustaría tener dos hijos, un marido guapo, un perro, una casa con jardín... No soy demasiado original.
—¿Y hay robots?
—¿Qué?
—Cuando piensas en el futuro, ¿hay robots? ¿Dominan el mundo?
—Eh... pues no, no hay robots cuando me pongo a pensar en mi futuro.
—En el mío sí hay. Y tú estás en él, conmigo, porque no eres cibernética. No lo eres, ¿verdad?
—No me consta serlo.
—¿Te importa que te toque los pechos?
—Sí me importa, sí.
—Es para comprobar que eres humana. Las hembras robóticas tienen ojivas nucleares en las tetas, no sé si eres consciente de ello.
—Sí, alguna vez lo has dicho en la consulta.
—Creo que el camarero es un androide espía, pero siempre me dices que tocarle el pene a un desconocido es un paso atrás en mi recuperación.

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