jueves, 1 de octubre de 2009

Puntos suspensivos

Allá va, una pelirroja en un vestido rojo, una luz refulgente en la calle. Uno sólo puede mirarla a ella, admirar la cadencia armoniosa de sus pasos. «El que quiera vivir, que me siga», parecen decir sus caderas. Y es un momento de incomparable belleza que uno quisiera guardar para siempre, pero la chica desaparece entre la multitud y el recuerdo jamás le hará justicia.

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