viernes, 11 de septiembre de 2009

Diario de un hombre cansado

La vecina me ha pedido una cebolla. Le he dicho que me quedaba sólo una, pero me ha conmovido su expresión de desencanto. He partido la cebolla y le he dado la mitad. Los dos hemos llorado un poco, pero creo que ha sido por cortar la cebolla, no por la emoción.
Ha caído una ligera llovizna que he observado desde mi ventana durante una media hora. El asfalto relucía de lluvia y los transeúntes corrían en busca de refugio. El gobierno debería garantizar un paraguas para cada ciudadano, me he dicho.
Ha vuelto a llamar mi vecina. Me ha pedido media cebolla.

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