miércoles, 30 de septiembre de 2009

Puntos de vista

Ella se queja de que aparezca de nuevo en su vida y le complique las cosas, cuando ahora le estaba yendo por fin bien con su pareja. Él se muestra genuinamente sorprendido y le responde que es justo al contrario: «vengo a facilitarte las cosas, sólo tienes que elegirme a mí».

martes, 29 de septiembre de 2009

Prestidigitación

—El atraco estaba destinado a salir mal desde el principio.
—¿Por qué?
—Toda la culpa la tiene Mendelievov. Estábamos jugando al ajedrez en la cocina. Yo estaba enfadado porque me acababa de ganar: él tenía póquer de reinas y yo sólo un trío de peones. Le llamé beduino y tiré las piezas al suelo. Entonces me dijo que tenía un plan para atracar un banco y que así podría recuperar mi dinero.
—¿Cuál era el plan?
—Mendelievov es ilusionista. La idea era que lo contrataran en el banco y subrepticiamente escamoteara dinero que me entregaría después cuando me presentara como cliente. Me pareció muy ingenioso: un mago que usa sus trucos para robar.
—¿Qué salió mal?
—Mendelievov, que pedía un aplauso a los clientes y empleados cada vez que robaba algo. Lo peor fue en el momento de entregarme el botín, que pidió la atención de todos e hizo como que sacaba dinero de detrás de mi oreja. No tardaron en detenernos, claro.
—Vaya calamidad.
—Al menos nos aplaudieron mucho.

lunes, 28 de septiembre de 2009

La guerra de Altavoz

Altavoz recibe una carta de su banco informándole de que la última guerra ya ha prescrito y, por lo tanto, su pensión de veterano ha sido anulada por el ministerio. Altavoz se indigna ante tal expolio. Yo no vi morir a mis compañeros con una sonrisa en los labios para que ahora me roben los burócratas que se parapetaban detrás de escritorios y no en trincheras, piensa. Dónde estaban ellos cuando las balas del enemigo nos peinaban sin delicadeza. Qué sabrán ellos de remendar piernas y brazos de camaradas.
Hecho una furia, acude a la oficina de correos para hacer justicia. Redacta un telegrama insultante en nombre del presidente de la república y lo envía al canciller alemán. Días después, estalla la guerra y Altavoz es llamado de nuevo a filas.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Las cosas que uno dice cuando está enamorado

—Anoche soñé que mis pechos eran teteras.
—Oye, sería muy práctico.
—No te rías; me he despertado muy angustiada.
—Qué exagerada eres.
—¿Tú me seguirías queriendo si pasara de verdad?
—Claro. Al fin y al cabo, tetas y teteras no son palabras tan diferentes.
—Bah, esas son las cosas que uno dice cuando está enamorado.
—Bueno, pues te dejaría por una cuyas tetas fueran obuses.
—Eso ya me lo creo más.
—O zepelines.

sábado, 26 de septiembre de 2009

La jaqueca del señor Belvedere

El señor Belvedere va a ver a su médico, puesto que lleva un par de días con jaqueca. El médico le examina y dictamina que se trata de una infección que puede extenderse a todo el cuerpo, por lo que es necesario amputar.
—¿No afectará eso a mi calidad de vida? —pregunta el señor Belvedere.
—Pues depende —responde el doctor—. ¿Suele llevar usted sombrero?
El señor Belvedere es inmediatamente decapitado con una guillotina que tienen en la consulta para estos casos graves. Después, el doctor recoge la cabeza y la mete en una pecera llena de cubitos de hielo.
—Mantenga la cabeza fría —le aconseja el médico.
El señor Belvedere vuelve a casa con la pecera bajo el brazo, aunque todo el mundo le mira en el metro.

viernes, 25 de septiembre de 2009

La imagen

Me siento en un banco del Retiro a dejar pasar un momento la vida. Al rato, un hombre me pregunta, en inglés, si puede sacarme una foto. Yo me pregunto por un instante qué tendré de fotografiable, si allí en su país enseñará la foto a sus amistades diciendo que se trataba de un indígena meditando o qué. El caso es que ha interrumpido un monólogo interior de lo más interesante y quiero saber cómo termino. Además, vete a saber si luego usará la foto para rituales satánicos. Así que amablemente le digo que no, que nada de fotos, que malditos paparazzi que no respetáis nada y que lo importante es la obra del artista. Un tanto decepcionado, se marcha con su novia y yo admito en silencio que a ella le habría dicho que sí.

jueves, 24 de septiembre de 2009

La feligresa

—Padre, he visto el rostro de Dios.
—¿Dónde?
—En una caja de cereales, al abrir la alacena.
—¿Seguro que era Dios?
—Sí. Le vi en su gracia infinita y supe que después de ese desayuno todos mis pecados quedaban perdonados.
—Dios actúa de forma que los mortales no podemos comprender, sí, pero presentarse en los cereales…
—Siempre hay una primera vez para todo. Me dijo que soy la elegida por ser la más fiel de las feligresas. Por cierto, me explicó que «feligresa» es una palabra que se forma con la apócope de «felina» y la aféresis de «tigresa».
—¿Eso te dijo Dios?
—Entre otras cosas. Estuvimos hablando toda la mañana.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Matices

—Al final hay que asumir que los seres humanos no somos más que sacos de carne —dice ella.
—Bueno, pero hay sacos y sacos —contesta él, tocándole las tetas.

martes, 22 de septiembre de 2009

Asincronías

—Así que le dije que me había encantado conocerla y que era muy bonita.
—¿Qué contestó ella?
—«Vale. Mola. Gracias».
—Tú con tu rollo del XIX y ella en la realidad.

lunes, 21 de septiembre de 2009

La desmemoria

Un anciano con Alzheimer se sienta en un restaurante y pide boquerones en vinagre. Termina de comer, mira el plato y piensa: «alguien ha comido boquerones en vinagre; creo que voy a pedir eso yo también». Pide otra ración, aunque él cree que es la primera.
Repite esto una y otra vez.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Un pequeño vals

Estoy en un bar y me parece que llevan toda la noche poniéndome cervezas en la mano. Yo no hago preguntas, sólo bebo. Vuelve Susana, que se estaba enrollando con un amigo mío. Yo estoy borracho, pero ella lo está mucho más. Quizá por eso no dudo cuando me dice: «escribes tan bien; yo pensaba que serías muy inaccesible». Para demostrarle que soy alguien cercano, le meto la lengua en la boca. No creo que mi amigo piense que le he levantado a la chica, que renunció a las demás mujeres al casarse y yo sigo soltero.
Susana y yo acabamos metiéndonos mano en un portal. Eres tan bonita. ¿No te gustaría ser musa a tiempo completo? He querido acostarme contigo desde el momento en que nos han presentado, pero esto es algo más que sexo. Podría ser amor, podría ser una vida de escribirte. Aunque todo esto lo pienso mientras le meto una mano por debajo de la falda, lo que disminuye la credibilidad de uno. Se dicen tantas cosas cuando le manoseas el culo a una chica guapa. Se está dispuesto a amar hasta el paroxismo cuando aprietas su cuerpo contra el tuyo. Y hay tantos amores que desaparecen en un orgasmo.

sábado, 19 de septiembre de 2009

31

—¿Más maduro?
—Más pocho.
—¿Y más sabio?
—No, pero lo parezco.
—¿Seguro?
—Quizá sea al revés: no lo parezco, pero lo soy.
—¿Y ahora qué?
—No sé, ¿lo de siempre?
—¿Pero lo vas a contar todo?
—Claro, antes de que lo hagan otros.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Volver

Decía alguien que no hay que volver nunca a los lugares donde uno ha sido feliz. Yo añado que tampoco hay que volver donde se ha sido infeliz. Es decir, que no hay que volver a ningún sitio. Salvo que uno sea el asesino, que siempre vuelve a la escena del crimen.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Las cosas

Se considera un romántico, pero no es capaz de recordar el color de los ojos de la chica que conoció anoche, aunque sí el de sus bragas.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Diario de un hombre cansado

La vecina me ha pedido una cebolla. Le he dicho que me quedaba sólo una, pero me ha conmovido su expresión de desencanto. He partido la cebolla y le he dado la mitad. Los dos hemos llorado un poco, pero creo que ha sido por cortar la cebolla, no por la emoción.
Ha caído una ligera llovizna que he observado desde mi ventana durante una media hora. El asfalto relucía de lluvia y los transeúntes corrían en busca de refugio. El gobierno debería garantizar un paraguas para cada ciudadano, me he dicho.
Ha vuelto a llamar mi vecina. Me ha pedido media cebolla.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Dialéctica

—Fúgate conmigo. Viviremos de lo que nos dé la tierra.
—Odio el campo, no me asustes.
—Viviremos de lo que nos dé el mar.
—No me gusta el marisco.
—Viviremos de lo que nos dé el aire.
—Pues ahora trae mucha gripe A...

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Los ciclistas

El padre Olegario ve pasar a los ciclistas por la calle principal del pueblo. Adónde irán, se pregunta. ¿Será la Vuelta a España? Aquí España parece infinita, incluso vista desde lo alto del campanario de la iglesia. Se imagina a un pecador pedaleando hasta el fin de los tiempos, un Sísifo ciclista, y decide incorporarlo para el sermón de mañana.
—Buenos días, padre —le dice de pronto una voz.
No es Dios, es el panadero, que está sentado en la acera. Borracho, como de costumbre.
—Ay, Alfonso. ¿No tendrías que estar horneando pan?
—Tengo una crisis de fe.
—Vente a la iglesia y me cuentas lo que te aflige.
—No soy digno de entrar, padre.
—¿Por qué no? ¿Qué has hecho?
—He estado pensando que me parezco al diablo.
—¿Pero físicamente, hijo mío?
—No, padre, en el trabajo. Piénselo. Satanás hornea almas en el infierno. Me pregunto a qué precio las vende luego.
—Desbarras.
—Bueno, dos barras de pan o una, eso no importa. Lo que me preocupa es que mi oficio es satánico y estoy condenado por emular al diablo. Cuánto pan habré horneado en mi vida. Más harina que arena en el desierto, padre. Anoche soñé que el pan se retorcía y gritaba dentro del horno.
—Es sólo pan, Alfonso.
—¿Y el simbolismo? Usted debería entenderlo mejor que nadie. Oh, no, no lo había pensado.
—¿El qué?
—Horneo el cuerpo de Cristo y luego lo vendo.
El padre Olegario se lleva la mano a la frente y menea la cabeza. Pasan unos ciclistas.

martes, 8 de septiembre de 2009

El concierto

—Tenemos una mujer a la que el diablo se le mete en el cuerpo y canta en lenguas muertas.
El público aplaude. Yo me acuerdo del Decamerón y lo de meter el diablo en el infierno, pero yo a esta señora no se lo metería, que las mujeres que se parecen a Mussolini y gesticulan como Hitler nunca me han parecido atractivas.
—Tenemos dos bailarinas que no son rusas, pero lo serían si hubieran nacido en ese país.
Más aplausos. Una bailarina es muy bonita; si ella quisiera, le dedicaría los poemas que ya no escribo. Ella bailaría para mí hasta el final del amor, que diría Leonard Cohen. Lo único que no me agrada del todo es que hiperventila en todo momento, y a mí sólo me gusta que hagan eso en la cama.
—Llegado directamente del pandemónium, tenemos un señor británico que hace spoken word que revuelve las conciencias durante siete minutos y medio.
Reverencia del ajado inglés, que recibe la ovación del público. Quizá ahí esté mi futuro, aunque yo más bien me imagino asaltando a los transeúntes para contarles que he visto las puertas de la percepción abiertas y dentro no había nada.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Tragar o escupir

—Ahí, jugando con tu libido y con la idea de tragarse tu semen, que es algo que a los tíos os encanta.
—Pues claro, es una bella imagen.
—Creo que tú y yo en la cama nos llevaríamos fatal. Tragarse el semen es repugnante; yo lo he hecho sólo dos veces: una por amor y otra por sorpresa.
—No nos llevaríamos bien, no. Por cierto, ahora que lo pienso, las dos mujeres que he amado se tragaban mi semen con una sonrisa. A ver si no es amor lo mío, sino pura depravación.
—Los tíos sois lo peor.

domingo, 6 de septiembre de 2009

La herida

Me escribe para decirme que ha vuelto con él, que estaba cansada de tener que mantenerse ocupada y de caminar por la calle como si la esperase alguien.
Como es natural, me callo que yo la esperaba.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Medicina occidental

—Malditas inyecciones, lo que duelen. Recuerdo que con ocho años estaba enfermo y me tuvieron que dar una dosis de... joder, no recuerdo ahora el nombre. Míchel, ¿cómo se llama el descubrimiento más importante del siglo XX?
—¿La penicilina?
—Sí, eso. Una dosis de penicilina.
—¿Con ocho años? Vaya, tan joven y ya con sífilis.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Los años

Me encuentro en el tren a Andrea, que, como suele ser habitual, es muy guapa y muy joven. Es la primera vez que nos vemos en persona, así que se sienta a mi lado y empieza a preguntarme esto y aquello mientras me hace un retrato a lápiz. Pero esto es lo de menos. Lo importante es cuando me dice:
—Oye, ¿qué edad tienes? Espera, a ver si lo adivino. ¿Veinticuatro?
De pronto soy el hombre más feliz del mundo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Las bicicletas

Otra vez el final del verano. Pasan unas chicas en bicicleta, yo las miro aunque esté mal. Las normas están claras: no hay que mirar con lascivia a las jóvenes madres con sus bebés en brazos, ni a las chicas de quince años de cortas faldas, eso tampoco está permitido. Yo lo hago porque soy un disoluto y no tengo más patria que el deseo. Llevadme a vuestras camas, les diría, vamos a escapar de todo esto juntos, que vuelvan otros a la vida, los días y las noches podrían ser nuestros. Yo he visto que la vida no vale la pena y he escrito del amor sin tenerlo. Venid conmigo, hacedme caso. Pero las chicas ya se han marchado.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Lo primero

—La primera norma para llevar relaciones simultáneas es no tomar decisiones drásticas bajo situaciones de estrés.
—No es cierto. La primera norma es no confundir nombres.

martes, 1 de septiembre de 2009


—Oh, té. Voy a hacerme uno.
—Es lo mejor que tienen los británicos. Junto a la disciplina inglesa, claro.
—A mí me gusta con leche.
—¿La disciplina inglesa? A mí también.