domingo, 23 de agosto de 2009

1941

Stalin sonríe satisfecho al comprobar que el veneno ha surtido efecto y no queda ninguna rata en la casa. En ese momento llaman a la puerta. Será el decorador, piensa. Efectivamente. El decorador se presenta como el señor Hitler y acto seguido echa un vistazo a las habitaciones. Tiene usted aquí mucho espacio vital, señor Stalin, dice. Y eso que no ha visto usted mi patio trasero, responde el georgiano. Venga, se lo mostraré, le dice, y ambos contemplan la inmensidad siberiana. Podría aprovechar todo este terreno y construir algo, dice el alemán. Bueno, tengo varios gulags, contesta Stalin. Vuelven dentro y Stalin pregunta si tiene ya en mente la decoración para su casa. La voy a decorar con unas cuantas divisiones blindadas, piensa el señor Hitler.

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