viernes, 29 de mayo de 2009

La negritud

—Oye, ¿te gustaría ser negro?
—No sé, hay mucho racismo.
—Me refiero a escribir para otros, idiota.
—Ah, vale, eso ya tiene más sentido. Lo cierto es que lo intenté una vez: le mandé un relato a una chica para que lo presentara a un concurso. No tuve más noticias suyas, igual se fugó con el dinero.
—Hay aquí una oferta de trabajo y una serie de requisitos. Por ejemplo: «Si has leído y lees de todo».
—Creo que lo cumplo.
—«Si escribes habitualmente. Todos los días».
—Vaya, soy perfecto para el puesto.
—«Si ya tienes controlado el ego del escritor».
—O puede que no.

jueves, 28 de mayo de 2009

Espiritismo

Madame Retourner, la famosa médium, se toca los senos; según ella, es una forma de atraer a los espíritus. Y a los que no somos espíritus, contesta Frank Enstein, violinista judío especializado en tocar sobre tejados (por su excelente acústica).
—Bien, ¿con quién quiere hablar? —dice ella ignorando su comentario—. ¿Elvis? ¿Napoleón? Puedo hacer que venga Napoleón a hablarle de Austerlitz cantándolo con la voz de Elvis. Pero eso le costaría un poco más.
—No, si yo quiero hablar con mi madre.
—No me sea edípico, que ya tiene usted una edad. Madre no hay más que una, sí, pero hay espíritus más interesantes.
—Bueno, que se ponga entonces mi psiquiatra.
Madame Retourner entra en trance, que es lo que se espera de ella. Haciendo gala de síndrome de Tourette, masculla diversos juramentos que a Frank Enstein no le suenan a hebreo. La espiritista se agita en el asiento en su invocación a los muertos y, con la voz de ultratumba propia de una señora que fuma demasiado, anuncia:
—¿Quién perturba el descanso de los difuntos?
—Doctor Macoute, soy yo: Frank.
—¿Qué Frank? ¿Mi casero?
—No, soy su paciente. Enstein. Por cierto, usted no tenía casero.
—Ah. Es la muerte, que es un constante estado de confusión. ¿Sigues tomando tu medicación, Frank?
—Hace mucho que no. Pero no he venido a hablarle de eso. ¿Recuerda que usted me acusaba de ser demasiado crédulo? Adicción a los zodiacos, la parapsicología y las supercherías, eso decía. ¿Pues quién se ríe ahora?

miércoles, 27 de mayo de 2009

El amor y su relación con lo inconsciente

—No me abandones, ¿qué voy a hacer yo sin ti?
—Bueno, podemos llamarnos alguna vez.
—Pero no será lo mismo, ¿cómo voy a estar sin verte, sin escucharte? Saber que no vendrás más...
—Creo que es lo mejor para los dos, esto no es sano.
—Dices eso porque soy tu terapeuta, no porque de verdad lo sientas así. Pero yo como psicoanalista te recomiendo que no dejes la terapia ahora. Estábamos haciendo tantos progresos...

martes, 26 de mayo de 2009

Literatura centralizada

—He empezado mi segundo plan quinquenal de literatura.
—No es que el primero te haya ido muy bien.
—Ya, pero el nuevo es mucho más ambicioso. Tengo unos objetivos marcados y horarios de oficinista para alcanzarlos; como Nick Cave, que ahora tiene un despacho para escribir canciones.
—Igual por eso sus mejores discos son los primeros.
—No seas aguafiestas. Que la inspiración te pille trabajando, decía Picasso. Y creo que era Flaubert quien decía que la inspiración es sentarse todos los días frente al escritorio a la misma hora.
—Ya empezamos con las citas.
—«Vivir como un burgués y escribir como un loco», que también lo decía Flaubert.
—A ver si estás haciendo lo contrario: vivir como un loco y escribir como un burgués.
—Pero la locura es impuesta, como esta existencia que pretende acabar con el deseo de vivir. Yo me niego a aceptar este orden de las cosas. Yo necesito una secretaria que ordene mis asuntos, como Dostoievski. Pero más guapa que la suya.
—Por supuesto.

lunes, 25 de mayo de 2009

On n'est pas sérieux, quand on a dix-sept ans

El final era esto. La juventud garabateada al dorso de la vida. En Lisboa hace calor. Claro que yo no estoy en Lisboa, pero me lo imagino. Entre tus brazos hace frío, por eso me he marchado. En Lisboa no me espera nadie, aunque yo recorra sus calles en sueños. Siempre hay una luz al final del túnel, dice un padre a su hijo. Puede que sí: luciérnagas o fuegos fatuos.

domingo, 24 de mayo de 2009

A solas

Mi vida es como una novela que no termina de empezar. Esto suena muy bien, pero no es mío; se lo he robado a uno de los internos, que lo dijo el otro día en el patio. Creo que se lo dijo a una flor o a unas briznas de hierba que crecían entre las baldosas. No lo sé. «Son más bellos los sueños de los locos que los del hombre sabio», pensé yo, pero Baudelaire no sabía que existen estos manicomios. Residencia mental El lirio, se llama. Pensé que lo del lirio era por Balzac, pero el doctor Martínez, cuando le pregunté, me miró como si yo estuviera loco. O como si estuviera cuerdo, que aquí dentro nunca te miran como si estuvieras loco, aunque lo estés, para no alterarte. Yo puedo decir que no lo estoy: son los otros internos, que conspiran contra mí. Y los médicos. Los enfermeros. Todos ellos. Creen que no lo sé, pero se equivocan en esto como en tantas otras cosas. En cualquier caso, creo que es muy apropiado lo de «residencia mental». La vida está fuera, detrás de estos muros, lo que hay aquí es producto de la mente. Residencia solipsista. Sólo existo yo, el resto está en mi imaginación: los locos, los médicos, los enfermeros, las terapias de grupo y ese jarrón tan feo que voy a romper de una patada dentro de un momento.

sábado, 23 de mayo de 2009

Twenty deep holes to bury them in

—Te quiero.
—No te preocupes, mañana vamos al médico.

viernes, 22 de mayo de 2009

Twenty pretty girls to carry them down

—La vida sin mujeres, Míchel, también existe.
—Ya, pero es tan aburrida...
—Confundes la diversión con el sufrimiento.
—Díselo a un masoquista.

jueves, 21 de mayo de 2009

Recuerdos de egotismo (2)

«Guardo tus mensajes como si fueran promesas de redención», me dijo ella. «Yo quisiera guardar mis promesas de redención como si fueran tus mensajes», pensé yo, pero no dije nada, que el silencio siempre es más elegante.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Recuerdos de egotismo

—He leído que en Birmania un chute de heroína cuesta cincuenta céntimos. Si fuera un yonqui, me iría allí con mis ahorros a morir a lo grande. Como Leaving Las Vegas, pero mejor. De hecho, allí tampoco me iban a faltar putas, aunque seguro que no tan guapas como Elisabeth Shue.
—Ahí tienes un relato. Escríbelo pensando en el lector hipotético.
—El lector hipotético y la literatura hipotecada. No sé, seguro que la idea tiene fallos. Por ejemplo, se supone que con la heroína desaparece el deseo sexual, así que lo de las putas es una tontería. Aunque podría colar, que es ficción. Pero qué sé yo de heroína.
—O del plural.
—Sí, del plural sé todavía menos, aunque se me acaba de ocurrir que «eres la heroína de mi corazón» podría ser el estribillo del verano. Qué pena que no pueda mandárselo a Antonio Vega.
—Qué cabrón eres.
—Bah, lo normal.
—Escribe entonces de lo que sabes. Cosas en plan: «Míchel aquella mañana se levantó con cara de aquelarre».
—No me pega levantarme con esa cara. A los aquelarres iban brujas a follarse a Satanás, que, por cierto, tenía dos pollas, lo que es muy práctico. Quién fuera el diablo.
—¿Satanás tiene dos penes?
—Lo he leído en alguna parte. O quizá me lo he inventado, eso también es propio de mí.
—Un poco.
—Bueno, pues eso. «La chica se levantó con cara de aquelarre», en todo caso. O de Karra Elejalde.
—Pero a ti no te va escribir de chicas con cara de aquelarre. Te pierden las guapas.
—Sí. Vaya, eso va a ser mi heroína, al final todo está relacionado. Pero no creas, sé que debería buscarme una metadona que me mantuviera alejado de la tentación. Una droga suave para soportar la indignidad de esta vida y blablablá.
—No sé si te veo. Te aburrirías pronto. Eres más de perder la cabeza y los papeles por una que te parezca «Isis, la madre del mundo», que dirías tú.
—Ya. Eso me recuerda que una vez le dije a ella que yo siempre estoy buscando piropos originales. «Tú eres de los golfos», me contestó, «de los que ven tobillos de princesa y tal, como dice Marina». Respondí: «Es curioso que digas eso, que me gustan mucho tus tobillos. Y tus cejas». «A mí tus dedos y tu boca», dijo ella. Oye, ¿y qué pasa con mi polla?, pensé yo, pero no, Míchel, no, no puedes estar siempre diciendo lo primero que se te pasa por la cabeza, la vida no es una comedia aunque tú creas que sí, tómate las cosas en serio. Además, las chicas en realidad no quieren reír, prefieren llorar; es cuando se sienten vivas.

martes, 19 de mayo de 2009

Epifanías y mayéuticas

Llaman a la puerta y los golpes suenan como la tierra que el sepulturero deja caer sobre un ataúd. O no, vaya, que eso parece un pensamiento de Poe. Abro. Una chica me mira con una breve sonrisa (a mí siempre me parecen breves).
—Hola, ¿conoce usted la Biblia? —me dice.
—No tengo el gusto. ¿Eres tú?
—No, es un libro —responde, un tanto confusa—. La palabra de Dios.
—A cualquier cosa le llaman libro hoy en día. Si sólo es una palabra...
—No, no, son varias. Muchas. Todas importantes y bellas.
—¿Y ese Dios ha escrito algo más?
—¿Qué?
—Que si es su primer libro o tiene otros.
—Pues.. Es la Verdad revelada. Definitiva.
—En esta vida no hay nada definitivo, guapa. Mira la constitución de Estados Unidos, que está llena de enmiendas.
—La Biblia no tiene enmiendas, sólo dogmas.
—No sé si me convence eso.
—Es el libro más vendido del mundo.
—Me temo que yo soy más de minorías. «Este libro pertenece a los menos», que dice Nietzsche en el prólogo de El Anticristo.
—¿Es usted satánico? —pregunta retrocediendo un par de pasos.
—No, nihilista.
—Eso es peor.
—¿Cómo va a ser peor?
—Es que el satánico al menos cree en algo.
—Vale, visto así...
—Creo que será mejor que me vaya.
—Pero si acabamos de conocernos. Oye, tú estás en contra del aborto, ¿verdad?
—Sí, es un crimen horrendo.
—Se acaba con un ser en potencia.
—Sí.
—Hay que defender las potencialidades. Para que sean acto.
—Desde luego.
—Entra, que quiero hablarte de sexo en potencia.

lunes, 18 de mayo de 2009

Fe

—Llamaron a mi puerta dos mujeres. Una era una señora mayor, la otra era una chica guapísima, preciosa, perfecta. Me preguntó si creía en Dios.
—Tenías que haberle dicho: «ahora sí».

domingo, 17 de mayo de 2009

La noche

—De tantas veces que te he amado, ésta es la verdadera. Está todo tan oscuro; no puedo ver nada, sólo tu rostro, tu rostro sobre todas las cosas. Tú eres la diosa Isis, eres la madre del mundo. Cerraré los ojos a todo lo demás, sólo quiero buscarte a ti por las noches.
—Le repito que soy el camarero.

sábado, 16 de mayo de 2009

Como un haiku

Estoy solo entre la multitud y nadie lo sabe. Suena como un haiku. Paseo por las calles imaginando cosas que no existen y por un momento me gustaría que hubiera ahora alguien a mi lado para poder contárselas. Pero no me valdría cualquiera, hay chicas tontas que te miran sin comprender. No. Me cruzo con un hombre y me pregunto si sospechará que le miro porque estoy imaginando una vida para él, una vida narrada por una vecina ficticia que se enamoró de él en el supermercado. Y me cuento una historia más.

viernes, 15 de mayo de 2009

La chica de ayer

Mi gato, el señor Bigotitos, me observa desde la mesa. Me está juzgando, lo noto en su mirada gatuna. Parece estar preguntándome qué ha sido de la chica de ayer. No la canción de Antonio Vega, sino la chica que conocí anoche en un bar y que con malas artes logré que me acompañara a casa. Se llamaba Amanda, curioso nombre. ¿Palmer?, le dije. Ella me sonrío con tristeza, como diciéndome que esa estupidez la había acompañado toda la vida. No se puede ser original, todo lo escribieron ya los griegos, le dije yo, e intenté subsanar aquello defendiendo posturas audaces ante la vida, posturas sacadas del kamasutra. Tú más que dadá, estás gagá, me dijo ella entre risas. Vale, me la tengo que follar, pensé yo, esto ya es una cuestión de vida o muerte. Le pregunté si quería ver mi colección de sellos y comprendí que ella también quería fornicio al ver que contestaba afirmativamente, aunque de camino a casa me preocupé cuando me preguntó si sabía que el último káiser fue un gran aficionado a la filatelia. Por suerte me estaba tomando el pelo, pues lo siguiente que supe fue que estábamos en la cama efectuando diversas acrobacias sexuales. Tenía un cuerpo firme y glorioso y nos debatíamos en la cama como si fuéramos Ali y Foreman (si Ali y Foreman hubieran estado follando en el ring y no boxeando, claro). Luego empezó a hablarme de algo a lo que apenas presté atención, creo que de sus padres, pero a mí se me cerraban los ojos. Medio dormido como estaba, me preguntó qué me había gustado de ella. Tu mirada de falsedad, musité, me mirabas en el bar como mis novias cuando me decían «te quiero». Por algún motivo, esto ya no le pareció tan divertido y entre las neblinas del sueño me pareció escuchar un portazo. Volverá, pienso yo, pero mi gato me mira como si no estuviera de acuerdo conmigo. Qué sabrá él de humanos, claro. O yo de gatos.

jueves, 14 de mayo de 2009

Un señor bigote

Un buen bigote otorga prestancia, lo sabe todo el mundo. Mis amigos me envidian por ello. Ah, si yo tuviera un bigote que hiciera girar las cabezas a mi paso, me dicen. Yo sonrío parapetado tras el bigote y digo que es una herencia familiar. Por parte de madre, añado, cuya pilosidad era legendaria. Trabajaba en el circo. Yo, sin embargo, he decidido encaminar mis pasos en otra dirección laboral. El funcionariado: unidad de destino en lo profesional. Pero no crean que soy un simple funcionario más, no. Podría dedicarme a hacer fotocopias y rellenar aburridos informes, pero me salva el bigote. Un mostacho elegante como el mío da muy bien de cara al público. A la gente le gusta que la nariz que le atiende en la ventanilla esté subrayada, nada como una frontera de pelo que divide la cara en dos. Inspira confianza, seriedad. No es extraño que tantos dictadores decidieran gobernar detrás de un bigote.

miércoles, 13 de mayo de 2009

La gris rutina

—Hola, cariño, ¿qué hay de cena?
—¿Quién es usted? ¿Cómo ha entrado en mi casa?
—Cielo, soy yo, ¿qué te pasa?
—¿Qué hace aquí?. No tengo dinero. Váyase antes de que llame a la policía.
—Pero si soy Juan: tu marido.
—¿Está usted loco? Yo no le he visto en mi vida.
—¿Cómo que no? Si llevamos veinte años casados.
—Mire, está usted muy confuso, pero insisto: no es mi marido, ni siquiera se le parece. Mi marido es una persona distinta a usted. Ahora, ¿le importaría marcharse de mi casa? Tranquilamente, por favor, no me haga daño.
—Ah, es eso. Haber empezado por ahí.
—¿Qué?
—Que sí, que ahora el papel de tu marido lo interpreto yo, pero sigo siendo tu marido.
—¿Cómo dice?
—A ver, Laura, piensa un momento. James Bond ha sido interpretado por distintos actores y a todo el mundo le parece normal. O Robin Hood, Sherlock Holmes, el conde Drácula, etc. Pues lo mismo en este caso; ¿qué tiene de extraordinario? El hombre que hacía el papel de tu marido se ha retirado, así que me han llamado para sustituirlo. Ahora que hemos resuelto este malentendido, empecemos desde el principio. ¿Qué hay de cena, cariño? No sabes el día que he tenido en la oficina.

martes, 12 de mayo de 2009

El largo adiós

Hoy han dicho que la vida se ha terminado, ha sido poco después de las diez. Lo he escuchado por la radio. Después los relojes se han parado, y dicen que ya no nacen niños ni mueren ancianos. Si la vida se ha terminado, ¿no tendría que haber empezado la muerte?, ha preguntado mi mujer mientras esperábamos que el sol se moviera en el cielo. No, cariño, la vida es un continuo espacio-tiempo, si se detiene nos quedamos en esto, en un limbo existencial, le he dicho yo. Ella me ha mirado con expresión neutra, ya no somos capaces de mostrar emociones, y me ha preguntado que dónde he leído eso. Le he dicho que en una novela de ciencia ficción. No sabía que te gustaban, me ha contestado. Hay tantas cosas que no sabes de mí, he pensado yo.

lunes, 11 de mayo de 2009

Noche en la ciudad

Es ya una tradición que llueva durante la noche en blanco, lo que ha dejado de ser tradición es la barra libre del CAC en la inauguración de la exposición de los premiados de Málagacrea en artes visuales. Nada de canapés este año, no sea que se llene el museo de vagabundos y gente sin hogar. Que no vengan escritores. Yo que venía a beber y comer gratis, que hay crisis, no me premian lo suficiente y malvivo sin musas ni mecenas. Pero quizá pasar hambre sea bueno, mira lo gordo que se ha puesto el príncipe de los enanos. Me dicen que tiene tetas, pero yo no me he fijado, bastante tengo con mirar a las mujeres. De todos modos, pregunto si tiene tetazas o pechos de colegiala. Hay que ser cruel con el enemigo. Bueno, no parecen tan grandes por la barriga que tiene, me responden. Ah, es una mujer embarazada, entonces. Muy bien, así, viva esa mala leche, aunque estos comentarios tendrían más sentido si el tipo ese te escuchara. No se puede tener todo, claro. Aunque tú hablas para esta audiencia, él no apreciaría tus observaciones hirientes. Alba tampoco.
Oye, ¿te has dado cuenta de que tu nombre sale en casi todas las fotos de Alba?, me preguntan. Sí, lo he visto. ¿Y eso no te sugiere nada? Que voy a tener que dedicarle un libro. Entonces aprovecha Alba que estamos distraídos y nos saca una foto. Luego me enfoca a mí, que la miro con una media sonrisa, dispara, baja la cámara, y me sonríe como si hubiera hecho una travesura. Este nudo en la garganta es un grito.
Después nos marchamos, aunque nos cruzamos con ellos por ahí un par de veces sin que yo me dé cuenta (en parte porque ya ando muy borracho). Qué solipsista es todo. No hay más calles en esta ciudad que las que recorro yo. Aunque no los vemos en el concierto abortado de Russian Red en el que Patri dice con sorna: claro, como en internet no llueve...
Y la fiesta se termina pronto, se marcha la gente a casa, es sólo otra noche más en la ciudad, y acabamos Stan y yo bebiendo apoyados en un coche frente al Cervantes. De pronto le digo: ¿no son esos que se alejan Alba y el príncipe de los enanos? Sí, me contesta él. Yo grito: ¡guapa! Se giran unas cuantas mujeres, pero no ella.

domingo, 10 de mayo de 2009

Cigarettes

—Mira qué mona es Russian Red; dan ganas de cuidarla.
—Eres un guarro, Míchel.

sábado, 9 de mayo de 2009

Teoría

Siéntate a soñar, dice la chica, se ha hecho tarde en un momento. Ya no es tiempo de juegos. Que jueguen otros, otros con menos gracia que el autor de tantos fracasos. Yo niego con la cabeza y murmuro que mañana, que mañana. Ahora necesito una mujer que me haga no pensar en mí. Olvidarme de tanto egocentrismo. Ser mejor humano. Porque mi vida cuelga de las paredes convertida en imágenes que no recuerdo, no reconozco. Has perdido la vida, pero te queda todo lo demás, contesta ella. Siéntate a soñar, hay tantas mujeres con tu nombre en los labios y un orgasmo en los dedos.

viernes, 8 de mayo de 2009

Segundas partes (I remember quiet evenings trembling close to you)

—Te llamo para decirte que te sigo queriendo, que no puedo vivir sin ti.
—¿Es una broma? ¿Quién es?
—Soy yo, cariño: Gregorio. ¿Es demasiado tarde?
—Han pasado veinte años, Gregorio, esto no tiene gracia.
—Veinte años no es nada, lo dice el tango. ¿Estás saliendo con alguien?
—Estoy casada. Tengo hijos adolescentes.
—¿Pero es algo serio?
—Si no lo es, no sé qué he estado haciendo todos estos años.
—¿Ves? Tienes dudas. Eso es porque tú también sientes algo por mí.
—Oye, estaba siendo sarcástica.
—No te hagas la dura. ¿Cuándo nos vemos?
—Gregorio, que han pasado veinte años. Que quiero a otro. Que me casé hace diecisiete años. Que estás como una cabra.
—No entiendo nada. ¿Pero por qué no podemos estar juntos? Yo te amo, ¿eso no significa nada?
—Sí. Significa que estás loco.
—De amor.
—Y además eres un cutre.

jueves, 7 de mayo de 2009

Esto va de meter mano

—Yo jamás podría competir con las mujeres de tu imaginación.
—No creas; ser tangible ayudaría bastante.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Segundas partes

—Te llamo para decirte que te sigo queriendo, que no puedo vivir sin ti.
—Vivías sin mí antes de conocerme.
—Ya, pero ahora no puedo, es como estar infectado de un virus mortal.
—¿Me estás llamando virus?
—No, tú serías el suero que me permite vivir, la medicación. La enfermedad sería la vida sin ti después de conocerte.
—No sé si me convence eso.
—Piensa en la buena pareja que hacíamos, en cómo nos íbamos a comer el mundo juntos. ¿Es demasiado tarde?
—No, sólo son las nueve.
—¿Ves? Necesito ese sarcasmo a mi lado susurrándome cosas. No quiero seguir jugando a ser Rimbaud, ya no tengo edad. Quiero una vida aburrida, pero a tu lado.
—Vaya una declaración de amor, guapo.
—No lo entiendes, te estoy diciendo que ya no quiero soñar con otras, que quiero aburrirme contigo.
—Lo estás arreglando.
—Lo que estoy tratando de decirte es que por fin he comprendido que la vida tiende al aburrimiento y que las fantasías no conducen a nada. Estoy cansado de inventarme una vida que no existe. Y sé que no quiero aburrirme con otra, sino contigo.
—Creo que algo así decían en Alta fidelidad.
—Puede. Yo sólo recuerdo algo de lencería fea y lencería que en la fantasía es excitante, pero a mí siempre me ha gustado tu ropa interior.
—Es lo mejor que tengo: mi lencería.
—Tu sonrisa hace juego con ella.
—Qué tonto estás, eso tiene que ser amor.
—Por supuesto. Bueno, ¿qué me dices? Carpe canem.
—¿Coge al perro?
—Sí. Coge al perro, que se escapa.
—Vaya, sabes lo que una mujer quiere escuchar. En fin, sí, supongo que podemos intentarlo otra vez. Yo ahora mismo no tengo nada mejor que hacer.

martes, 5 de mayo de 2009

Plano secuencia

Son las cuatro de la mañana, es el final de diciembre. Bueno, no, que eso es de una canción de Leonard Cohen. En realidad es primavera, una tarde cualquiera. Yo subiría las escaleras para encontrarme con mi amor, pero tomar el ascensor es más cómodo. Subo con Matías, aunque no sé si se llama así, sino que he decidido que es un nombre que le pega. Es un señor mayor, con bigote y gafas antiguas. Lleva un ramo de rosas, quizá celebra las bodas de oro con su mujer, quién sabe. Por un momento pienso en robarle una rosa, pero es un vecino, podría ser problemático. Hay que robar a los desconocidos, me digo, que no saben dónde vives.
Me despido de él al salir del ascensor y llamo a la puerta del piso. Susana me abre vestida con una camiseta y unos pantalones cortos. Las mujeres son lo mejor de la vida. Lo bien que huelen. Esas manos delicadas. Esos pies pequeños. Las voces femeninas. Algunas mujeres son obras de arte.
Le cuento que he estado a punto de robarle a un anciano, ella se ríe. Me siento en el sofá. Suena un disco de PJ Harvey. To bring you my love. «I've lain with the devil / cursed God above / forsaken heaven / to bring you my love». Susana me dice que le gusta leer cosas bonitas, que por qué nunca escribo algo así. Yo de cosas bonitas no sé nada, le digo, aunque me gustaría aprender.

lunes, 4 de mayo de 2009

Radiohead

—Oye, estás demasiado delgada.
—¿Yo? Qué va, estoy en mi peso ideal.
—Sí, pesas lo mismo que una idea, que es algo etéreo. ¿Pero tú te has visto?
—Estoy hecha una modelo.
—Modelo de campos de exterminio. Mira ese costillar; podría tocar No surprises ahí.
—Exageras. Si estuviera gorda, también te estarías quejando; los hombres nunca estáis contentos. Me llamarías entonces zepelín o algo así.
—Eres una radical, ¿por qué te vas al otro extremo? ¿Qué ha sido del término medio? El consenso. Hay más opciones aparte de foca y muerta viviente, ¿sabes?
—Pues tú eres bajito y yo no te digo nada.
—Intento ponerle remedio, pero la gente se da cuenta de que estoy de puntillas. No es culpa mía.
—Lo mismo te digo: no es culpa mía, es de mi metabolismo. Yo intento que se ponga de puntillas, pero...
—Mentira. Cuando te conocí estabas muy buena.
—Sigo estándolo.
—Sí, pues ahora te miro y pienso en Bono y Bob Geldof dando conciertos para acabar con el hambre en el mundo. Y no es muy erótico, no.

domingo, 3 de mayo de 2009

La piel

Me recogió en coche un amigo, que habíamos quedado unos cuantos en su casa. Durante el trayecto me contó que había comprado unas películas de Truffaut. «Los cuatrocientos golpes, Domicilio conyugal, El amor en fuga, La piel suave... ¿o es La piel dura? Ahora no recuerdo cuál es la que he comprado».
Ya en su casa, estábamos todos bebiendo y hablando de, por ejemplo, Obama, cuando mi amigo se dirigió a la cocina a por una cerveza; a la vuelta se quedó mirando la estantería donde tiene las películas y anunció muy contento:
—Míchel, tengo la piel suave.
Todo el mundo pensó que estaba intentando ligar conmigo.

sábado, 2 de mayo de 2009

Visages

—Tú tienes cuerpo y cara de puta, amor. Pero seguro que recitas bien.
—Yo no tengo cara de puta, tengo cara de niña.
—Sí, de niña tailandesa.

viernes, 1 de mayo de 2009

Vacaciones literarias en la muerte

Hola, llamaba para ofrecerle unas vacaciones literarias en la muerte. Verá, yo soy escritor, pero estoy desempleado. Las vacaciones son terribles para un escritor, ¿sabe? Yo lo sé bien, que llevo así toda la vida; pensando en qué escribir, pero sin escribir nada. Persiguiendo a mujeres con los pies en la tierra. Bonitos pies, bonitas piernas, mejor culo. Todo eso. No es vida. Bueno, es vida, pero no paga las facturas. La literatura tampoco, por lo que me han contado. Pero habrá que escribir. Por el arte. Por las mujeres que te leen y se emocionan porque tus escritos le recuerdan a otro que no eres tú. Aunque yo, ya se lo he dicho, no escribo mucho. Más bien nada. Vivo en el tercermundismo literario, soy el autor más secreto, secreto incluso para mí mismo. ¿Pero quién tiene tiempo para escribir cuando la vida está llena de mujeres? Mujeres que ocupan los días de otros. Yo tengo los días desocupados, me sobra el tiempo libre. Así que podría escribir vacaciones para otros, me he dicho, que sería una manera de acabar con mi asueto. Escribir una vida que no es, pero que podría ser, y podría ser porque existe sobre el papel. Una teoría, un proyecto. Lo de la muerte lo puse como broma, la verdad, pero también porque, si la realidad es la vida, la ficción tendrá que ser necesariamente la muerte. El no ser. Yo podría escribirle una vida diferente. Unas vacaciones de la realidad. Algo que es pero no es. No es pero es. Una potencia en acto o un acto en potencia. Abracadabra. Nada por aquí, nada por allá. Notas al margen de la vida. Notas a pie de página. Y todo por un módico precio.