lunes, 6 de abril de 2009

Lencería y bancos del parque

—Qué calor. Y no me puedo quitar el chaleco porque no llevo sujetador y esta camisa se transparenta.
—Pues habértelo puesto.
—No podía hacerlo. Con esta camisa tengo que llevar sujetador blanco.
—Y hoy no puedes llevar sujetador blanco porque...
—Porque no iría conjuntada con las bragas que llevo.
—Oye, cuando salías conmigo ibas sin conjuntar un montón de veces.
—Porque no tenía tanta lencería como ahora. Tengo una lencería preciosa.
—Menos mal, que antes tenías algunas bragas feísimas.
—¿Yo? ¿Cuándo?
—Ya sabes. Bragas de regla, que decías tú. Unas bragas muy feas.
—¿Feas? ¿Con este culo? Imposible.
—Sí, vale, tu culo está de puta madre, pero las bragas que te ponías a veces eran muy feas. Por cierto, enséñame las que llevas puestas.
—No puedo, este pantalón tiene la cintura muy alta.
—Claro que puedes, déjame a mí... Vale, no se puede, me rindo.
—Espera, ya lo hago yo. Mira.
—Muy bonitas. Recuerdo que, una vez, cuando todavía no salíamos juntos, te dije: «te quiero porque eres la única chica que me enseña las bragas». Te reíste un montón.
—Ahora te las enseñan muchas.
—Sí, algunas.

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