domingo, 18 de enero de 2009

Contra la vida

Uno escribe para cambiar el mundo, dice alguien que se parece a mí y que no puede escapar del espejo. Yo le respondo que uno escribe para una chica, y cuando la chica no te contesta, empiezas a escribir para ti. Te da entonces por hablar solo, te embarcas en un soliloquio bastante triste y aburrido. Es algo que pensé este verano, cuando empecé a hablarle al arroz con pollo que estaba preparando. Supongo que le estaba hablando más al pollo que al arroz, claro. En cualquier caso, esto último tampoco es una locura tan grande, que escribir un diario también es hablar solo (todavía no ha contestado ningún diario, por suerte). Querido diario, no hay nadie aquí, salvo la sombra de una vida. Aunque yo a ratos veo desde mi ventana la vida entera. Y qué pocas mujeres desnudas pasan por ella.

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