miércoles, 31 de diciembre de 2008

Contemplando paisajes imaginarios

Sí, ha sido un año raro. Mejor que los dos anteriores (el listón tampoco estaba demasiado alto), pero raro. A tuvo un hijo, me enamoré, gané un primer premio en un concurso de relatos (y otra mención especial en Málagacrea), tuve una crisis vital importantísima (que todavía me dura), vi a Neil Young y a Leonard Cohen, cumplí treinta años (que son muchos más de los que esperaba cumplir en un primer momento), escribí un libro, me lié de nuevo con A y ya son dos años seguidos (en 2009 nos toca de nuevo), estuve en la cama con una chica mientras su ex amante musulmán aporreaba la puerta y, en fin, alguna cosa más y sobreviví a todo ello.
Así se resume un año entero en unas pocas líneas. Podría extenderme, pero, parafraseando a Gorgias, ciertas experiencias son incomunicables. El amor, por ejemplo. No tiene sentido intentar explicar, por ejemplo, que fui más feliz en cinco días con ella que en los cinco años anteriores. O el momento terrorífico, no exento de humor, de pensar: me gusta tanto que está claro que no puede salir bien. O contar aquella vez que se puso a hablar en francés por teléfono con su madre y yo me excité pero me dije: cómo le vas a meter mano mientras habla con su madre, qué clase de pervertido estás hecho. O aquella vez que le dije ma petite cochonne y se hizo la ofendida. O blablablá. No importa. Nadie puede entenderlo.
Por otra parte, el amor no correspondido tiene siempre algo de ridículo.
Y ya está, eso es todo, aquí no hay nada que mirar, apaguen la luz al salir, no hagan ruido, no murmuren a espaldas del autor, que es un autor consagrado (a la tarea de perder). Recuerden que todavía no me ha vencido del todo la vida. Puede que tenga treinta años, pero no estoy calvo, no tengo barriga, no me sale pelo de las orejas (aunque creo que esto último es a edades más avanzadas). Me tumbarán mil veces, que lo harán, y mil veces me levantaré, aunque cada vez más maltrecho y con menos dientes en la sonrisa. Y amaré a mujeres que amarán a otros, pero yo les diré que soy Míchel Noguera, que qué me van a contar a mí, si yo he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser...

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