miércoles, 27 de agosto de 2008

Spirit desire

Arena caliente entre los dedos de los pies. El sol en el rostro. La sal en la piel. El pelo largo con casi treinta años. Quién me lo iba a decir. Tendría que celebrar la treintena con dos chicas en la cama. Bueno, quizás pueda hacerlo cuando celebre los cuarenta. Si llegamos. Que llegaremos, no hay muchas más alternativas. Si yo me inventara mi biografía diría que fui elegido por los Boston Celtics en el draft de 1996, pero que no jugué por lesión. La rodilla y el corazón rotos. Aunque el corazón todavía lo tenía bien y nunca me he roto ninguna rodilla. Por suerte ya no me resulta extraña la desvergüenza en el mentir. De todas formas, los recuerdos que tengo parecen inventados. Una película que el paso del tiempo ha borrado. Pero casi mejor. Todos estamos ridículos en el pasado, con peinados estúpidos y ropas horrendas. Mejor no reconocernos. Eran otros, unos que apenas se nos parecían. Yo soy esto, este cuerpo frágil que dejará de ser mío para ser un recuerdo y entonces seré otro, más frágil aún. Pasarse la vida corriendo para morir de un ataque al corazón o bien de cáncer, el cuerpo que decide suicidarse a mi pesar. Pero ahora mismo el futuro parece tan lejano como el pasado. Vuelvo a meterme en el agua y me dejo mecer por las olas. Podría dejar que me arrastraran las corrientes hasta África. O quizás atravesar las Columnas de Hércules y desaparecer en el Atlántico.

No hay comentarios: