sábado, 9 de agosto de 2008

Dobles

Le enseñé una carta de una antigua novia. La leyó y me dijo: no te ofendas, pero se nota tu mano. ¿A qué te refieres?, pregunté. Pues que la carta la has escrito tú, ¿no?, respondió ella. Yo la miré con incredulidad y durante un momento me pregunté si no sería cierto, si quizás me había inventado una novia, una especie de Goliadkin femenino que había intentado acabar conmigo. Pues no lo sé, contesté.

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