viernes, 27 de junio de 2008

Obsesión

Querida, merodeo por los alrededores de tu vida, pero nunca notas mi presencia. Te observo en el metro, invisible entre el resto de viajeros. En el supermercado, mientras simulo estar haciendo la compra. Todas las mañanas vigilo tu puerta desde el bar que está frente a tu piso; yo hago como que leo el periódico, pero en realidad estoy pendiente de todos los movimientos que se producen en la entrada de tu edificio, esperando a que salgas para seguirte al trabajo, pues te sigo a diario por las calles de esta ciudad tan absurda, también por la tarde, cuando regresas a casa después de una dura jornada laboral. Por las noches hago guardia bajo tu ventana, para que nadie se atreva a turbar tu sueño. No duermo. No como. No lo necesito.

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