martes, 10 de octubre de 2006

Toda la audacia de los sueños

Ser consciente de tu aspecto físico te permite saber que no eres el sueño de ninguna mujer. Pero qué más da. Tú querías otra cosa. Tú querías vivir aventuras, pero cada vez que la aventura llamaba a tu puerta te pillaba sentado confortablemente en el sofá y decías: "otro día". Y las aventuras dejaron de llamar. "Debería tirar mis poemas a la basura, tal y como he hecho con mi vida", te dices, pero son los únicos sueños que te quedan.

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