sábado, 17 de junio de 2006

Los años perdidos

Capítulo 832.

Ah, la propia voz suena atronadora en la soledad. Qué aburrida es la vida moderna, que transcurre lentamente sin que nada suceda en realidad. Patricia sigue en Madrid y yo en la locura, y relatos y poemas acaban en aborto todos los días sin que se escandalicen los grupos conservadores. Mi ex novia, a la que alguna vez llamé de forma poco elegante "representante legal de Satanás en la Tierra", me habla de participar en concursos y revistas, pero siempre está atenta la indolencia para evitarlo. Qué importa, repito mientras apuro la copa y, sólo un poco, mi vida. Pero mi dama me espera y yo la espero a ella. Nada puede salir mal, aseguran los sueños a quienes los escuchan. Y me permito sonreír.

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