miércoles, 5 de octubre de 2005

Para acabar con las cartas al director

El lunes leí en uno de los miles de periódicos gratuitos que me dieron (algunas repartidoras se empeñaban en que aceptara el mismo periódico tres o cuatro veces) la opinión de una lectora furiosa ante un artículo que habían publicado anteriormente en el que se mostraban favorables a la legalización de la prostitución. La señora decía que la prostitución era una forma de esclavitud que no se debía permitir, por lo que proponía castigar y encarcelar a proxenetas y prostitutas. Y es que es evidente, oiga, a los pobres esclavos hay que meterlos en la cárcel por su bien. Y si los matamos también acabamos con la esclavitud.

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