viernes, 9 de septiembre de 2005

La condena

Hoy he conseguido un aplazamiento y el mundo me ha parecido súbitamente maravilloso, he echado a correr lleno de alegría como un loco, el sol brillaba en el cielo y la gente me miraba. Me sentí como Dostoievski cuando llegó el indulto cinco minutos antes de cuando estaba previsto que le fusilaran, pero sin misticismos.

Aparte de eso, durante el examen, una chica con minifalda se inclinaba una y otra vez junto a la mesa del profesor para hablar con éste, enseñando de esa manera escandalosamente el tanga, lo que distraía lo que no está escrito y... en fin, me pregunto qué habré puesto en el examen.

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