martes, 19 de abril de 2005

Elecciones vascas

(Publicado originalmente en El Otro Diario)

Este fin de semana se han celebrado los comicios en el País Vasco, por lo que, como es natural, me obligan a escribir sobre ello, lo que ha provocado que me pasara toda la tarde, de rodillas y entre lágrimas, repitiendo una y otra vez: eli, eli, ¿lama sabactani?, que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, para los legos en historia bíblica (vasca y española).

A pesar de esta falta de entusiasmo por mi parte, posiblemente estas elecciones hayan sido las más interesantes que se han celebrado en el País Vasco desde un punto de vista decididamente anarquista. ¿Que por qué? Porque lo digo yo. Si necesita usted algún razonamiento más socrático y menos autoritario, le diré que porque el resultado lleva a la ingobernabilidad absoluta. Cuando todo el mundo esperaba una victoria arrolladora del tripartito (menos María San Gil), resulta que PP y PSOE consiguen un escaño más. Esto habrá llevado, pensará usted, a que Otegi, el vasco más guapo del País Vasco, gritara, aterrado, “¡el Apocalipsis!”, pero no ha sido así, no, ya que el Partido de las Cajeras de Eroski, en palabras de nuestros amigos de La Página Definitiva, ha logrado la anonadante cantidad de 9 escaños y 150.000 votos. Qué de comunistas hay en el País Vasco, murmurará el analista político poco avezado. Pues va a ser que no, pero ése es otro tema.

El tripartito, más Aralar, si pactan, suman 33 escaños, los mismos que PP y PSOE. ¿Qué va a pasar en la votación de investidura del lehendakari? ¿Aparecerá un lehendakari por sorpresa, a la manera de Juan Pablo II? Yo no sé lo que pensarán las mocitas del Partido Comunista de las Tierras Vascas sobre la idea de tener un lehendakari polaco, y es que posiblemente la decisión pasará por sus manos para romper empates, lo que, se lo digo yo, animará sin duda las tertulias televisivas y los debates en el Congreso como mínimo los próximos cuatro años (y como máximo y opción más realista, toda la vida). Como hay que estar atento a todas las oportunidades que brinda esta vida, aprovecho estas líneas para ofrecerme como lehendakari, por si me están leyendo esas simpatiquísimas y hermosísimas mujeres (no es peloteo). Así enseguida tendríamos fumata blanca y habemus lehendakari.

Por cierto, se me olvidaba comentar en profundidad el resultado de las elecciones vascas: ganaron todos, como siempre.

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