jueves, 26 de febrero de 2004

Rosebud

Antes del examen de metafísica y pensando que el amor es como un haiku (en este lugar, en este momento): Artevic vino y me dijo que no se presentaría al examen, la imagen de Chema en bata le había convencido. Estoy acabado, le dije. Y nos reímos. Elogio del fracaso. Mi corazón es como un traje viejo dado de sí.

Deseos y frustraciones. Nunca podré jugar en la NBA, nunca podré ser el chico prodigio de las letras españolas, nunca podré dormir (o no dormir) con siete mujeres. Pero mi alma es cándida y granítica como un osito de peluche. Pase lo que pase siempre podré recitar algún poema que no venga al caso o sonreír como si no tuviera preocupaciones.

El otro día me caí al bajar del autobús y un hombre me dijo "cuidado". Me habría venido bien que lo hubiera dicho antes de caerme. Se me rompió el paraguas y me paseé por toda Málaga cubriéndome (más o menos) con un paraguas destrozado. La gente me miraba y yo me empapaba. Pero en el fondo los dioses me quieren.

"Tus confesiones de ignorancia me sedujeron una vez" y bla bla bla. Necesito los poemas que no soy capaz de escribir. Hablad de las historias de desgracia de las que nunca se escribirá, de la tristeza y la soledad. De los pasos que damos en pos de nosotros mismos en habitaciones oscuras y cerradas.

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